Mi visión de la vida

9:09 Pat Casalà 3 Comments

¡Buenos días! El fin de semana avanza a la misma velocidad que los días laborables, a medida que sumamos años se acelera la percepción del tiempo y los días apenas cunden para absorber cada pequeño instante. Supongo que es fruto de la cantidad de momentos que atesoramos al echar la vista atrás.
 Ayer Francisco comentaba que ve frustración y resquemor en mis palabras, pero no hay ni una cosa ni otra. Cuando leemos un escrito sin tener la entonación del escritor para guiarnos sacamos conclusiones que se ligan a nuestras percepciones, por eso encontramos una guía entre líneas que a veces puede ser real o no.
Nunca me he callado mis sentimientos en el blog, cuando me sentía frustrada lo explicaba abiertamente, sin subterfugios. En cambio ayer hablaba de algo diferente, de una relación de confianza que lleva más de nueve años en marcha y de momento no ha dado ningún fruto.
Y sí, soy una persona que piensa demasiado y que le saca punta a cualquier situación, dándole tantas vueltas que al final llega a marear. Pero eso no quita mi situación actual, una en la que escribo porque deseo hacerlo, en la que solo me planteo el futuro en instantes concretos y en la que no me duelen las cifras de venta de otros escritores ni admitir mi lugar, me siento feliz con lo que tengo, sin anhelar de manera intensa nada más, aunque nunca renunciaré a soñar.
Hay que aceptarse tal como se es, sin buscar más allá de la realidad que nos envuelve y, tras muchos años de absoluta frustración, ahora he logrado un equilibrio perfecto. Sonreír cada día, darle a las cosas su peso justo y no mirar más allá del ahora no es fácil, para mí fue un camino lleno de espinas que me herían la piel con sus puntas afiladas. Pero he llegado aquí y no quiero regresar al punto anterior nunca más.
Comidas como las del miércoles me abren los ojos en algunas cuestiones. No soy una persona valiente, me aterra quedarme sola ante el peligro y tengo mis limitaciones, como todo el mundo. Me cuesta encontrar una vía para llegar al público, cuando me pasaba el día buscando alternativas para hacerlo acababa con una crisis de ansiedad y la sensación de que no tenía ni idea de cómo hacerlo.
Charlar con personas que sí lo han logrado es una dosis de confianza que me obliga a recapacitar, pero de eso a la frustración… Es más bien temor a no caminar sobre suelo firme, deseos de saltar al vacío con una dosis elevada de miedo a la incertidumbre, pavor a lo desconocido…
Soy metódica, ordenada, una persona que esquematiza cualquier faceta de su vida, por eso consigo que el tiempo me cunda a la hora de llenar el día de actividades. Y me cuesta caminar sin un rumbo fijo, por eso cambié mis metas inalcanzables por otras plausibles y redimensioné mis sueños de manera que ahora consigo encarar el día con miles de sonrisas y muchísima tranquilidad.
Aunque también hay instantes para plantearse el futuro, con imágenes fantásticas de lo que me encantaría y muchísimas ideas acerca de lo que debería hacer. Y eso también me hace feliz, porque hace poco conseguí cambiar mi manera de verlo.
¡Feliz día! J

    

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3 comentarios:

  1. Es evidente que una opinión personal nada tiene que ver con el hecho de si el emisor ha sabido expresarse a través de la escritura o no, sino más bien con la interpretación del receptor. De hecho hay un dicho: "no hay palabra mal escrita, sino mal interpretada".
    No obstante, después de leer varias personas un libro o escrito: es fácil que cada quien haya sacado sus propias conclusiones, ya que cada persona puede percibir la lectura o incluso la propia vida con acuerdo a sus principios.

    Por otro lado, una opinión no es más que un punto de vista y que en ningún caso puede adquirir la connotación de realidad y que además puede ser perfectamente errónea.

    ¡Que tengas un feliz día y no tomes todo al pie de la letra!

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  2. Estoy leyendo algo que tal vez te resulte familiar, aquí te dejo unos párrafos:

    En el exterior se escuchó el graznido de una gaviota.

    -¿Qué hay de los refugios? -preguntó Ángela-. ¿Yde Ingrid? ¿Y de los hombres que capturasteis con ella?

    Agustí exhaló un profundo suspiro.

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