Una piedra...
¡Buenos días! Me ha costado
mucho ponerme a escribir estas líneas, me he pasado la mitad de la noche en
urgencias por un cólico nefrítico y ahora, por fin, me encuentro un poquito
mejor.
Cuando me contaban lo
doloroso que era no me lo imaginaba así. A ver si en pocas horas logro eliminar
la piedra… Seguro que después me encontraré mejor. Esta noche me han chutado un
montón de potentes analgésicos para que me relajara y al final he logrado
dormir un poco. Ahora estoy metida dentro de la cama, con molestias y deseos de
terminar.
Beber mucho agua ayuda, por
eso me tomo tés de vainilla y de otras especies, para ayudar a la naturaleza.
Dentro de una hora me harán una ecografía para ver cómo anda la cosa… ¡Espero
que genial!
Ayer avancé muchísimo con
la novela y después me fui con mi marido a pasear por Barcelona. Bajamos en
moto hasta el inicio de las Ramblas y las recorrimos hasta el Maremagnum
acompañando a los turistas que visitan nuestra ciudad.
La vivacidad de mi ciudad
es perfecta para que las horas te pasen rápido. Mientras caminas rumbo al mar
descubres las paraditas cambiadas hace unos años, las figuras típicas de esa
parte de Barcelona, los turistas felices que se hacen una foto…
Caminamos acompañados de
una agradable temperatura, con un sol de tarde que se ocultaba sobre los
árboles y la brisa llena de salitre que nos mecía con su dulce movimiento.
Llegamos a Colón con un helado en las manos, disfrutando del paseo.
Durante la bajada varios
trabajadores nos invitaron a tomar una paella en sus restaurantes. Es curioso
que te hablen en inglés en tu propia ciudad… Yo no tenía nada de hambre, eran
cerca de las siete y a esa hora no cenamos, pero el resto del mundo sí.
La pasarela que cruza el
mar para llevarte a las galerías comerciales estaba llena de gente de diferentes
nacionalidades. A medida que avanzaba me dedicaba a observar los zapatos, las
vestimentas, las compañías y las expresiones de mis compañeros de caminata.
Me encanta imaginar
historias a cada una de las personas que se cruzan en mi camino. Es interesante
saber que tienen una vida y que yo la puedo pintar de cualquier color.
Al final entramos en las
galerías comerciales y acabamos comprándonos algo de ropa en las tiendas.
Estaban a rebosar de gente, con los probadores llenos y un sinfín de colas para
pagar. Pero encontramos lo que buscábamos y valía la pena esperar un poco para
conseguir esas prendas.
Bueno, me voy a duchar, a
ver si en pocos minutos me voy a la clínica a descubrir dónde está la dichosa
piedra…
¡Feliz día! J
0 comentarios: