Energía positiva
¡Buenos días! Las temperaturas
suben, el sol inunda nuestras vidas durante las jornadas de trabajo y me llena
de alegría, me apasiona caminar por una calle serena, con los rayos solares
acariciando la acera y el sonido plácido de la primavera.
Hace tiempo que decidí aparcar la
venta de los libros para dedicarme únicamente a escribir, la promoción es algo
intenso, demasiado para mí. Pero sin ella no hay ventas, si nadie conoce la
existencia de tu libro, ¿cómo lo van a comprar?
Toca terminar la novela que llevo
entre manos, aunque cada día se empeña en sumar páginas y parece no desear el
final, inspirar una gran bocanada de aire y regresar al ring. Búsqueda de blogs
para reseñas, twittear, inundar los grupos de Facebook, escribir posts
interesantes en el blog de la novela, recorrerme la librerías de Barcelona en
moto para ver si tienen el libro y cómo lo exhiben, buscar clubs de lectura… En
fin, toda una carrera de fondo de las que acaban con la energía de cualquiera. Hay que estar ahí, luchar por lo
que uno quiere, no dejarse vencer por las negativas y avanzar cada día un
poquito, con una sonrisa en los labios, sin caer en las fauces de mi antigua
ansiedad.
Ayer mantuve una larga y perfecta
conversación con un autor mediático y con muchísimo éxito comercial. Fue
agradable, conseguí descubrir un mundo de realidades que no solía ver y me
decidí a retomar la promoción de manera tímida, pero segura.
La vida me ha enseñado cómo
sonreír sin dejarme vencer por los pensamientos recurrentes de lo que pudo ser y
no fue. Ganar una pequeña batalla es maravilloso y te da alas para avanzar,
solo falta seguir el rumbo trazado y cerrar algunos temas pendientes.
Así que ahí voy, de cabeza al
premio, con un par de quilos de energía y una tonelada de tesón, dispuesta a
poner mi granito de arena. Tengo tanto que ofrecer a los lectores que quieran
darle una oportunidad a mis novelas… Ahora mismo me da igual que sean diez o
diez mil, la cuestión es tener alguno.
Sé que hay un no esperando a la
vuelta de la esquina, uno que no llega. Quiero oírlo (o leerlo, que para el
caso es lo mismo), me merezco eso. Dediqué diez años de mi vida a creer en
alguien, me puse en sus manos, confié ciegamente y ahora solo necesito ese no
para cerrar definitivamente el capítulo. Solo eso, el no. Ya me da igual el
pero, la razón o la realidad que esconde ese no, incluso entiendo la negativa a
aceptar nuevas novelas. Es lícito cambiar de tercio y decidir qué y a quién se
quiere en tu vida, sin embargo hay que cerrar los temas…
Mabel ayer me dijo: «Pat, deja de
mirar el móvil». Jejejeje, sabio consejo, aunque la inercia es la que es…
¡Feliz día! J
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