Más reencuentros
¡Buenos días! La semana me acerca
inevitablemente al sábado… No tengo demasiadas ganas de que mi marido se vaya
rumbo a China ni de quedarme sin él dos semanas, pero es lo que hay…
Este viernes tengo la segunda
cena de reencuentros y me hace muchísima ilusión conocer las vidas de mis
antiguos compañeros de escuela. Algunos de ellos vinieron a mi boda y fueron
parte de mi elenco de amigos durante un tiempo. Casarme pronto y tener el
primer hijo a los veinticinco años me apartó definitivamente de su camino.
A medida que los días transcurren
y me llevan directamente hacia el viernes, siento emociones contradictorias. La
Pat que ellos conocían no existe, se ha desvanecido en un sinfín de nuevas y
emocionantes experiencias. He cambiado tanto…
Cuando echo la vista atrás y me
recuerdo en ese instante convulso de la adolescencia, descubro matices
intrínsecos a otra persona, una que necesitaba madurar, cambiar, reconducir sus
sentimientos y su manera de ver el mundo.
Idealista, orgullosa, acompañada
de mundos paralelos que muchas veces interferían en mi día a día… Esa era yo,
un prototipo de la futura escritora, una chica con una imaginación desbordante,
con tantas ideas en la cabeza que le constaba encontrar una vía para deshacerse
de ellas.
Entonces me gustaba pasar las
horas rodeada de gente y compartir mis historias de viva voz. Ahora adoro la
soledad frente al teclado, las horas serenas acompañada de personajes
imaginarios que consiguen traspasar la frontera de la irrealidad para plasmarse
en un papel. Son mis momentos creativos, mi evasión, mi remanso de paz.
Mi conexión con los protagonistas
suele ser intensa, igual que cuando leo. Los siento cerca, como si existieran y
pudieran comunicarse conmigo a través de la palabra escrita. A veces incluso
anhelo conocerles de verdad, como si fueran de carne y hueso.
Tengo muy clara la frontera entre
la realidad y la ficción, pero me encanta soñar con los ojos abiertos, alcanzar
quimeras con la imaginación, navegar entre historias imaginarias para sentirme
durante un rato como la heroína de un cuento de hadas.
El viernes iré a la cena con una
de mis sonrisas, ávida de escuchar historias, momentos, devenires… Será una
experiencia maravillosa, no me cabe duda. Cuando nos separamos éramos jóvenes,
ahora nos hemos convertido en adultos responsables…
¡Feliz día! J
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