Cuestión de probabilidades
¡Buenos días! El calor sigue intenso… Cada día me
cuesta más levantarme para incorporarme a una rutina larga y cansada, pero luego,
cuando llego a la oficina y me enfrento a la cantidad de trabajo que cada día
se acumula en mi mesa, las horas me pasan con rapidez. ¡Bendito aire
acondicionado!
Es absurdo quedarse anclada en el pasado o sentir
que has dado un paso en falso. Ayer tomé una decisión tras una larga
deliberación conmigo misma, ponderando cada uno de los pros y los contras, sin
omitir las consecuencias de cada una de las opciones.
No sé qué me deparará el destino ni si elegí la
vía correcta, pero estoy convencida de mi decisión, a pesar de que el tiempo
pueda darle la vuelta a la situación y mostrar una total desilusión.
Hay situaciones que no podemos controlar, ya que
no dependen de nosotros. Me ha costado muchos años aceptar esta premisa, y
ahora no voy a renunciar a la serenidad que me acompaña ni a la gratificante sensación
de que nada afecta a mi capacidad de sonreír.
Como dicen mis amigas soy crédula por naturaleza y
suelo desear imposibles. No voy a renunciar nunca a ese idealismo natural que
emana de mis más profundas ilusiones. Aunque tampoco me dejaré seducir por la
efímera sensación de que todo es posible.
La probabilidad es una rama de la estadística que siempre
me ha gustado. Creer en alguien, darle mi voto de confianza y esperar a que
cumpla con mis expectativas no siempre resulta como espero, sin embargo suelo
hacerlo, ponderando muchos factores. Antes, cuando las cosas no salían bien, me
sentía traicionada, pero ahora he comprendido algo esencial: si no depende de
mí y existe una probabilidad de éxito no voy a desperdiciarla.
La vida me ha enseñado a extraer los instantes
positivos y a ser capaz de discernir las ilusiones de las realidades. Desear
con ímpetu llegar a la cima no debe condicionar mi capacidad de ser feliz. La
parte más difícil del camino es superar la frustración, pero cuando un día
comprendes cómo te afecta y consigues encajar bien los golpes, la sonrisa no te
abandona.
Hay que esperar acontecimientos, ver si la
relación profesional que una vez me unió a una persona sigue anclada como
siempre en la pasividad o algún día da un fruto. Creo y confío, a pesar de las
evidencias del tiempo, de las expectativas derrumbadas, de las pequeñas
decepciones… Espero una respuesta, negativa o positiva, con eso me conformo.
Mañana llega mi hija de Estados Unidos. Tengo unas
ganas de abrazarla… Estas pequeñas cosas son el motor de mis sonrisas…
¡Feliz día! J
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