Feelings
¡Buenos días! Cabalgamos rápidamente hacia las
vacaciones de verano, con instantes álgidos y otros más sosegados. Tengo que
terminar un montón de trabajo antes de cerrar la puerta del despacho y pasarme
tres largas semanas ausente.
A veces la vida te llena de sorpresas, puede que
sean agradables o no, depende del momento. Durante años pensé que si no
conseguía publicar con una editorial, si la posibilidad de llegar a los
lectores anónimos se escurría entre negativas, nunca podría sonreír. ¡Qué
equivocada estaba!
Escribir, crear, idear las vidas de mis personajes
es lo importante, a pesar de que ahora mismo estoy metida de lleno en varias
correcciones y no me molesta como antes. Quizás necesitaba asentar primero las
ideas, dejar la huella impresa de esa imaginación desbordante que suele
acompañarme para luego revisar el trabajo de los últimos años.
Ahora ya no pesa la memoria Ram que ocupan mis
novelas en el ordenador ni las negativas ni las respuestas perdidas en el
ciberespacio ni si un libro se vende más o menos. Es una locura, pero soy tan
feliz con mi vida actual que no me importan esas pequeñas cosas.
Sonreír ante cualquier imprevisto es fabuloso. No
esperar, aunque a veces sienta la necesidad de preguntar por el estado de una
respuesta, no sentir la ansiedad de que la vida ha de ser algo más que el
ahora, no estar pendiente de atrapar un destino imposible ni vivir anclada a
las nuevas tecnologías, con el anhelo intrínseco a desear una publicación, es
una liberación.
Y sí, soy feliz. Me encanta tener a mis lectores beta cerca, recibir algunos días emails
o mensajes felicitándome por alguna novela, incluso los que contienen críticas
negativas. Es muy importante saber que hay alguien ahí fuera dispuesto a leerte
y a escribirte para darte su opinión, sea cuál sea.
El proceso de escribir, en mi caso, es puramente
emotivo, con la necesidad de dotar a mis personajes de esa magia interior que
llamamos sentimientos. Quizás no sea la mejor redactora del mundo, pero me
apasiona darlo todo en los escritos, volcar en las tramas mi imaginación
desmedida y vivir una aventura con los personajes.
Sentir, esa es la clave. Hay que saber cómo arañar
una sonrisa de cada palabra, viajar con la mente al escribir las escenas, soñar
despierta y vibrar con las tramas. Me siento plena cada vez que traspaso la
frontera entre mis dos mundos para llevar a la hoja de Word esas ideas estructuradas
acerca de una historia no contada.
Quizás algún día llegue una respuesta maravillosa
o jamás avance demasiado en ese aspecto. Pero, ¿qué más da? Con las sonrisas de
mis beta y el calor que recibí en la presentación de El Secreto de las Cuartetas me percato cada día de la suerte que
tengo de caminar acompañada de los míos. Y si mi literatura la leen solo unos
pocos, a mí me sabrán a muchos.
¡Feliz día! J
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