Escenarios de novela
¡Buenos días! El calor es demasiado intenso, por
las noches me cuesta muchísimo dormir por culpa de los sofocos… Y al día
siguiente me despierto con resaca de sueño y pocas ganas de ir a trabajar. Sin
embargo he de buscar la energía positiva para no desfallecer.
Tengo mil ideas pululando libremente por la
cabeza, una novela en revisión y un sinfín de proyectos que debo comprimir en
pocos días para llegar a tiempo a los plazos de los concursos. No sé si lo
conseguiré… Entre las horas de trabajo, los recados necesarios para preparar
las vacaciones y la dispersión de dormir poco no acabo de centrarme.
Además, todavía no tengo esas respuestas que
esperaba…
Al final no me quedará otro remedio que tomar una
decisión, acertada o no, respecto a Dúo.
Creo que será la Providencia quien acabará por decantar la balanza, es absurdo
darle vueltas a las cosas cuando no dependen de mí. Si me llega una respuesta
en diez días y es positiva será genial, si no sé nada el día veinticuatro
enviaré la novela al concurso. Así de sencillo.
Últimamente le estoy cogiendo el gusto a corregir
y me lo paso en grande acompañando a los protagonistas una y otra vez en sus peripecias,
buscando los fallos a la hora de redactar y cualquier fleco olvidado. Espero encontrar
tiempo para terminar todas y cada una de ellas en diez días…
Ahora mismo revivo con emoción cada instante de la
Segunda Guerra Mundial, con una Margaret llena de vitalidad y astucia. Me
encanta conocer parte de su devenir, sentirme otra persona por unas horas y
acompañarla en el largo viaje de su vida.
A veces cierro los ojos y me veo transportada a
ese París ocupado, donde las esvásticas dominaban las calles y la vida transcurría
diferente. Me imagino vestida con un largo vestido camisero color tierra con
botones en la parte delantera, un sombrero de ala beis y el bolso de mano
negro, caminando cerca del Sena...
También pienso en la historia de Iris, en su
manera de ver la impresionante ciudad de Nueva York, los rascacielos, la vida cosmopolita…
Ayer mi niña fue de excursión a conocer New York y mientras mandaba fotos
preciosas de su recorrido por las calles de esta urbe cerré los ojos y la
acompañé en silencio, empapándome de la esencia del lugar.
Cuando termine con esta novela reemprenderé de
nuevo la relectura de PELN, me iré a una playa de Puerto Rico, acompañando a
Sussie en sus peripecias. Ahí el ritmo pausado de la vida es perfecto para sonreír
con un cóctel en la mano mientras admiras los surfistas en el agua…
¡Feliz día! J
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