Vive, ríe, ama y sé feliz
¡Buenos días! Me quedan cinco jornadas de trabajo para
coger mis bártulos y dejar la mente de vacaciones. Cuento las horas para colgar
el cartel de cerrado y suspirar con emoción al salir del despacho. Será
gratificante descansar, vivir aventuras y ser libre de obligaciones durante tres
largas semanas.
Esta mañana parece que el día es gris, aunque el
avance de las horas en el reloj nos confirmará si el sol quiere iluminarnos. Cierro
un año en el que laboralmente he crecido muchísimo, con nuevas e interesantes
obligaciones y un sinfín de experiencias positivas.
Mi hija ya está en Barcelona. Después de un mes en
las lejanas tierras de Estados Unidos, viviendo con tres familias diferentes,
ha regresado con emocionantes vivencias que atesorar para el resto de su vida.
El viernes no paró de hablar. La fuimos a buscar al aeropuerto, la abrazamos,
la sentimos de nuevo y nos alegramos muchísimo de su vuelta a casa.
Cuando haces un esfuerzo económico para mandar a
tu hija a la otra punta del mundo y le brindas la posibilidad de construir unos
recuerdos intensos es gratificante descubrir su sonrisa al relatar cada
instante, su emoción, su manera de sentir felicidad al regresar.
A medida que avanzan los días soy más consciente del
maravilloso cambio producido en mi interior. Me siento feliz, serena, sin
agobios ni ansiedades, con el reconocimiento real de mi situación literaria y
la aceptación necesaria para continuar luchando sin perder la sonrisa.
Mi pasión es escribir, nunca renunciaré a ella ni
voy a volver al punto donde mis días se perdían en la desesperación de no
encontrar editorial. Quizás nunca consiga una en condiciones, puede que jamás logre
alcanzar las metas trazadas en la juventud, pero nada impedirá mi sonrisa
arrolladora cada vez que tengo una idea ni el deseo inmenso de inventar
historias.
Al echar la vista atrás no me reconozco en esa Pat
ansiosa que vivía anclada al email, al teléfono y a las listas de venta en vez
de disfrutar de la creación. Necesitaba redimensionar mis expectativas y
encontrar la senda de la felicidad sin que me ahogara el peso de no lograr
alcanzar mis sueños.
Este año he afrontado retos que antes me hubieran
desestabilizado, pero por suerte he capeado los temporales con una entereza
envidiable, sin desesperar ni frustrarme ni desear lo imposible. Los
reencuentros con personas que significaron mucho en el pasado no han dejado una
huella de dolor en mi interior, porque mi vida es tan alejada de la que dejé
atrás… No ir bien en el concurso de Amazon tampoco me duele ni encajar algunas
críticas negativas. La vida es demasiado bella para desperdiciarla lamentando
lo que no sale bien.
Ahora solo celebro lo que sale bien, los mensajes
de lectores conocidos o anónimos que me dan un aliento de emoción, las ventas
de mis libros y la manera en la que fluye mi emoción al escribir.
¡Feliz día! J
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