¡20 años! ¡Madre mía!
¡Buenos días! Hoy es un día especial y no porque se celebre
el amor, sino por mi regalito de San Valentín, ese que nació hace veinte años,
una madrugada fría y oscura. Uno que empezó a dar guerra a las tres de la tarde
de un viernes trece y decidió ver la luz del día a las dos de la madrugada del sábado
catorce porque quizás me escuchó hablar con el médico cundo le grité en medio
de una contracción: ¡Viernes trece ni de
coña! ¿Podemos esperar a mañana? Todavía recuerdo su sonrisa torcida y su
declaración clara y concisa: Ahora todo
depende de él y de la naturaleza. ¡Por suerte Àlex me escuchó a mí!
Que cumpla veinte significa muchas cosas. Una, quizás la que
más me llena de sensaciones, es el paso del tiempo. Han sido veinte años a su
lado, viéndolo crecer, acompañándole en cada paso del camino, descubriendo cómo
poco a poco se abría al mundo, abandonaba cada uno de los estadios de edad para
convertirse en un New Adult y llegar a este punto donde deja atrás para siempre
la infancia para dar sus primeros pasos en la vida de un adulto.
Todavía recuerdo cuando escribí Un día más sin ti, el día de la fiesta de Luke, cuando ponen un
vídeo del pasado en el que Julia hablaba de cuando él cumpliera los veinte.
—Este sitio es
chulísimo —dije aquel día levantándome y dando una vuelta sobre mí misma—.
¿Vamos a ver qué canciones hay en la máquina?
—Deben ser muy
antiguas —se quejó Luke—. Prefiero la música moderna.
—Cada canción es
única, no podemos escuchar solo las modernas, entonces nos perdemos grandes
obras.
Penny y Wyatt no
tardaron en acompañarme y Luke acabó siguiéndonos a regañadientes.
—El año que viene te
prometo un baile en la piscina de mi casa. —Luke me abrazó por la cintura—.
Este quería algo más tranquilo.
—Entiendo que quieras
celebrar los dieciocho, pero los años más importantes son cuando cambias de
número. A los veinte has de celebrar una súper fiesta para enterrar el uno para
siempre. Nunca más volverás a tenerlo delante y es una manera de dejar la
infancia atrás.
—Podemos hacer una
cosa. Celebró un fiestero para celebrar los dieciocho y otro al cumplir los
veinte. —Me abrazó por la cintura—. En el primero seré modosito, pero en el
segundo… —Levantó las cejas y sonrió—. Barra libre y a desbarrar.
—¡Suena increíble!
—Penny aplaudió—. Puede que entonces todos tengamos pareja y nos acordemos de
este día.
—Una pareja molona
—añadió Wyatt.
Enterrar el uno… Para mí siempre ha sido importante el cambio
de década porque cada una esconde una etapa, contiene las notas de un sinfín de
momentos y representa un nuevo comienzo.
Lo bonito de los hijos es esa sensación de amor que crece en
tu pecho sus primeros días de vida y que nunca desaparece, la entrega total de
tu corazón a esas personitas, las ilusiones contenidas en cada uno de sus
gestos, la emoción de acompañarlos en cada instante.
Y sí, ha pasado el tiempo, también para mí. Ya no soy
aquella chiquilla de veinticinco años que sostenía a Àlex en los brazos y le
enseñaba el mundo cada mañana cuando abría los ojos ni tengo la misma energía
ni los mismos sueños. Ya no me emociono con cada uno de sus despertares ni
cuento las horas para llegar a casa y abrazarlo. Ya no siento esa dependencia
mutua, esa necesidad de organizar mi día en torno a él, esa sensación de ser el
centro de su mundo. Ahora somos dos personas capaces de comunicarse, de hablar,
de sentir y de tener nuestras diferencias. Nos conocemos.
Aguantamos nuestros defectos y felicitamos nuestras cualidades. Convivimos con la ilusión de ser parte de una familia. Y construimos día a día los lazos irrompibles que espero nos mantengan unidos toda la vida.
Aguantamos nuestros defectos y felicitamos nuestras cualidades. Convivimos con la ilusión de ser parte de una familia. Y construimos día a día los lazos irrompibles que espero nos mantengan unidos toda la vida.
¡Feliz día! J
Si hija, el tiempo pasa volando 🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋
ResponderEliminarFelicidades a ambos!!!!
Cuando echo la vista atrás me doy cuenta de cuánto hemos cambiado... ¡Un beso!
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