Todavía estoy flipando
¡Buenos días! Tras un fin de semana un poco tumultuoso
llegamos a un lunes lluvioso, triste, gris, apagado y lleno de retos.
Descubrir hasta dónde llegan algunos para ganar dinero, fama
o poder me alucina. Mi código moral procesa mal ese tipo de situaciones porque
me cuesta demasiado entenderlo.
No concibo la idea de usurpar el trabajo de los demás para lucrarse.
Es flipante que todavía existan personas capaces de algo similar y deberían
purgar las culpas.
Escribir un libro es algo gratificante si sabes gestionar
bien las expectativas. Los autores ganamos muy poco con cada venta, necesitamos
vender muchísimos ejemplares para tener ingresos regulares y muchos de nosotros
tenemos otros trabajos.
Es igual si un autor tarda un mes o veinte en darle forma a
un libro. En él hay muchas esperanzas, horas de sueño, de darle vueltas a la
trama, de buscar la forma de darle la vuelta a la historia para atraer al
lector, de escribir lo mejor posible. ¿Cómo puede alguien comerciar así con las
ilusiones ajenas?
Este fin de semana ha saltado a la palestra unos casos de
plagio que si acaban demostrándose me parecen increíbles.
Normalmente me inhibo a la hora de dar opiniones acerca de
muchas cosas porque nunca me ha gustado formar parte de la polémica de forma
pública. Prefiero guardarme mi forma de pensar para la faceta privada porque soy
de las que respetan a los demás.
Pero a veces sí debo pronunciarme con la prudencia debida.
Me parece indignante la piratería, la gente que usurpa el
trabajo ajeno para aumentar sus cuentas bancarias vanagloriándose en las redes
de sus ascensos en las listas, las mil caras de la avaricia.
El sábado fui a una fiesta de un amigo de mi marido. Estaba
lleno de gente y fue bonito reencontrarnos con personas que una vez conformaron
parte de nuestras salidas de fin de semana. El tiempo nos ha convertido en más
reservados y solemos pasarlo bien de otra forma. Por suerte después de casi
veintidós años de matrimonio seguimos disfrutando de los instantes a solas, de
ir juntos al cine, a cenar, a pasear…
En una de las conversaciones me hirvió la sangre, pero me contuve.
Fue duro descubrir que la gente no duda en explicar en voz alta cómo lee libros
sin pagar. A ver, soy fan de las bibliotecas, de los préstamos entre amigas y de
cualquier forma en la que los libros se lean cuando han sido adquiridos de forma
legal, pero pasarse los archivos descargados de páginas ilegales… ¡Por eso ya
no paso!
Un fin de semana lleno de descubrimientos flipantes, vamos.
En la parte positiva os diré que ayer leí una entrada que me
hizo muchísima ilusión en el blog Entre Metáforas (enlace). Soy muy feliz
cuando descubro estas pequeñas estrellas en el firmamento de la red.
¡Feliz día! J
A mí un autor me robó una novela corta, le cambió el título y los nombres de los personajes y la publicó tan pancho el tio!!! Me costó mucho que se reconociera que era un plagio, mucho, la suerte fue que mis amigos y lectores presionaron en redes sociales y al final la retiró, pero nunca me ha pedido perdón ni ha reconocido que me la copió (era jurado en un certamen en el que mi novela tuvo un segundo premio, pedazo sinvergüenza)
ResponderEliminarBesitos 💋💋💋
¡Me parece muy fuerte!!!!! La gente no tiene escrúpulos y eso es muy triste en realidad. ¡Un beso!
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