Un ente maravilloso
¡Buenos días! Esta noche a las tres mi mente me ha
despertado para hacerme darle vueltas sin cesar a algunos temas, como si no
pudiera estar quietecita y dejarme dormir.
Os he hablado muchas veces de mi insomnio. Cuando era más
joven me angustiaba mucho y al final caía en un ciclo interminable de ansiedad
que solo acrecentaba los efectos de mi mente hiperactiva. Son esos momentos en
los que el fin te nubla la maravillosa sensación del camino. Pero el tiempo
tiene un efecto positivo en estas situaciones, suele ayudar a relativizar, a
dejar atrás unas esperanzas absurdas y a descubrir el maravilloso poder de
positivizar cada instante, de exprimirlo, de encontrar la forma de ver la cara
alegre a pesar de estar muriéndome de dolor por dentro.
Ese fue el principio de mi sendero serpenteante hasta el
ahora. Poco a poco redimensioné mis expectativas, tracé un mapa realista de mi futuro
y aprendí a ver la creación como un pedacito de felicidad.
Cuando me despierto así en mitad de la noche y no puedo
coger el suelo de nuevo he aprendido a volver a ser aquella chica de corta edad
que se dormía cada noche inventando historias en su mente. Era capaz de
transformarme en otra persona, de vivir aventuras, de sentirlas crecer en mi
interior como reales. Y era mi momento, el único del día en el que conseguía
conectar conmigo misma sin esa extraña sensación de no pertenecer al mundo
real.
De niña esos instantes eran mágicos porque me transformaba
en una heroína. Era una adicta a la lectura, a las series, a las películas.
Necesitaba evadirme constantemente de la realidad para vivir en mi mundo de
fantasía donde todo era posible. Y al caer la noche, en la oscuridad de mi
habitación, dejaba volar la imaginación hasta los confines más inconcebibles.
Siempre supe que quería escribir, crear, convertirme en una
contadora de historias. Todavía ahora tengo esas sensaciones pegadas a mi piel,
esa obsesiva necesidad de cambiar los finales de algunos libros o películas que
me tocan la fibra sensible, de entender por qué la autora lo ha acabado así y
no de otra forma. Ese bucle en el que me internaba al terminar una historia era
el motor para mis fantasías nocturnas porque me daba alas para desmenuzarla en
busca de dónde la cambiaría y por qué.
Esta noche he recurrido a esa forma de crear mundos
paralelos, una que me ha llevado aquí, con doce historias publicadas y un
sinfín de ellas esperando en el ordenador para ver la luz algún día.
Y sí, quizás ese ente perverso con el que convivo, esa mente
ávida de crear y exprimir tramas hasta convertirlas en palabras, me impida
dormir a veces, pero lo adoro porque sin él nunca conseguiría esa vivacidad
capaz de crear a personajes que siento reales, parte de mi vida, de mi
felicidad.
¡Feliz día! J
Que gusto saber que no soy la única que hace cosas asi...😊😊😊
ResponderEliminarBesitos cielo 💋💋💋
¡hay mucha gente como nosotras ahí fuera! Lo importante es encontrarla. ¡Un beso!!!!
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