Sentimientos
¡Buenos días! Llevo toda la semana casi desaparecida. El
trabajo se acumula y además he de encontrar mis horas de escritura, lectura,
corrección…
Llevo un tiempo sintiéndome un poco alejada de las
publicaciones y de la posibilidad de abrir mis expectativas literarias. Estoy
un poco saturada de trabajo, no tengo todavía una fecha de publicación clara de
Cuando estoy sin ti ni la portada,
así que mi única posición para no estresarme es intentar alejarme mentalmente
de todo para meterme en mi caparazón feliz.
A veces mis sentimientos son un ente endemoniado que quiere
comerse mi serenidad. Por eso siempre intento positivizar cada pequeño detalle
para encontrar esa sonrisa que eclipsa los malos pensamientos.
Soy básicamente eso, emociones. Rigen mi vida, mis
objetivos, mis decisiones, mis alientos. No puedo dejarlos a un lado para
actuar con frialdad porque suelen dominar en muchos momentos la racionalidad,
recordándome lo importante que es seguirlos, sentirlos, dejarlos crecer o encontrar
una manera de cambiarlos para afrontar una situación.
Escribir para mí es dejar salir esos sentimientos, darles
una forma en las páginas, moldearlos para crear una historia. Los necesito para
avanzar porque son la base de conexión con los personajes y sus vidas. Y luego
me atan a ellos para siempre.
Cuando termino un capítulo y lo releo siempre siento esa tensión
en mi interior, ese revoltijo de sensaciones recorriéndome el cuerpo, las
cosquillas en el abdomen, la conexión innegable con la historia.
Me cuesta dejar de lado mis sentimientos en demasiados
momentos. Siempre ha sido así, sentir cómo crecen, cómo se apoderan de mi ser,
cómo me ligan a algo o me asestan puñaladas en el estómago al enfrentarme a
algo doloroso. Siento en estéreo, demasiado alto para bajar el volumen de sus
cuchicheos o las reacciones físicas a ellos.
Un dolor es mil veces más profundo, una decepción crea un abismo
en mi cuerpo y engulle cada pedacito de él hasta convertirlo en una maraña de
emociones. Y le doy vueltas a la situación mientras siento cómo las grietas
profundas en mi corazón se desgarran para explosionar y convertirse en migajas.
Cuando me enfrento a una alegría siento la euforia ocupar
cada pedacito de mi ser, hasta iluminar mi alma. Suelo llorar abrumada por la
felicidad, como si miles de fuegos artificiales acabaran de desatarse a mi lado
y pudiera levantar la mano y tocar el cielo. Me embriaga tanto esa sensación
que tardo mucho rato en calmarme, sin perder la sonrisa de mi rostro en todo el
día.
Cuando escribo intento dotar a las palabras de esa vorágine
de emociones que me asaltan al pensar en las escenas. Nunca me guío por la
parte visual porque son los sentimientos quienes capitanean la inspiración y la
moldean creando un mundo lleno de instantes.
¡Feliz día! J
Hola Pat!
ResponderEliminarYo también me rijo por las emociones, soy emocional al 100% y eso muchas veces pasa factura...pero así somos, así somos.
Besitos cielo.
¡Besosssssss!
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