¡Buenos días! Llegó el ansiado viernes, un día mágico para muchos, pues antecede al fin de semana y nos hace más llevadero los últimos coletazos del trabajo semanal. ¡Así que de antemano os deseo un gran fin de semana!

            AVISO: El sábado y el domingo colgaré la entrada por la tarde. Lo digo por todos los que me mandáis mails preocupados cuando no lo hago a mi hora. ¡Os lo agradezco!

            Bien, me toca repasar las respuestas de nuestro último entrevistado. Primero me gustaría mencionar que las entrevistas están teniendo un éxito brutal. ¡Tienen una media de 120 visitas! Espero poder seguir ofreciendo esta calidad, ¡aunque me cuesta un montón recibir algunas respuestas a mi propuesta! ¡Pero yo sigo enviando! ¡Que quien no lo intenta es imposible que lo consiga!

            Salvador nos contestó con sinceridad al cuestionario y me hizo reflexionar. Hay algunas respuestas que se asemejan en todos los encuestados, como la de la imaginación, ¡en general todos nacemos con ella! ¡Y luego hay que trabajarla! Pero cuando se trata de la música no hay unanimidad….

            Una de las cosas que me llamó más la atención es que Salvador es muy parecido a mí, ¡también habla de esa hiperactividad cerebral que yo menciono siempre! Pensar que su trabajo de investigador médico saca muchas horas y también se nutre de su creatividad, siempre he pensado que para descubrir algo interesante se deben poner en práctica ideas descabelladas…

            Así que quizás, en las respuestas que Salvador y yo coincidimos más son en las que hablan de la creatividad innata, de la necesidad de escribir nuestras historias, de la hiperactividad cerebral, de la soledad del escritor y de la manera en la que nuestra alma queda impresa en los personajes.

            En cambio hay algo en lo que difiero totalmente. ¡Lo siento! Nunca he trabajado con esquemas previos ni con ideas preconcebidas. ¡Y no me considero ningún genio! Ni tampoco creo que mis novelas sean infumables…. Yo hago lo que él considera “un suicidio”: me siento ante el ordenador, con un título, una idea del principio y un final previsto y mi cabeza se encarga del resto. ¡Y sí! Sí que me paso las horas del día dándole vueltas a las tramas, pero sólo en los meses que estoy activa en esa novela.

            La Baraja, la que según mi agente es la mejor novela que he escrito nunca, una cargadas de tramas y subtramas que se entrecruzan, la escribí en tres meses (¡y es de unas 450 páginas!). Y cuando digo que la escribí en tres meses quiere decir que a mediados de abril, subiendo en un telearrastre, me sobrevino la primera idea y a finales de julio tenía el manuscrito. ¡Y no sabéis el cambio desde la primera idea hasta la realidad de la novela!

            Otra parte en la que discrepo de Salvador es cuando habla de la manera en la que asocia escribir con un trabajo en el que si te organizas el tiempo con un horario cuando toca escribir lo haces. ¡Ni hablar! Yo dependo absolutamente de esa inspiración que os comentaba el otro día, de esa que me visita con fiereza muchos días y me deja seca de  palabras otros tantos.

            Para terminar voy a mencionar dos cosas: la música a casi todos los escritores nos sirve para encontrar registros emocionales o para acompañar mientras se escribe. En general es importante para todos nosotros, pero no la utilizamos igual. Y en cuanto al consejo para los noveles… ¡Todos coinciden en que se debe tener paciencia! ¿Dónde venden de eso? ¡Y también perseverancia! ¡De esa me sobra!

            ¡Ayer no comentasteis nada! ¡Lanzaron a la piscina! ¡Que me encanta saber vuestras opiniones!

            ¡Pasad un gran día!!!!!