Disertaciones matutinas
¡Buenos días! Hoy parece que hoy el
sol brillará en un horizonte despejado, o como mínimo es la impresión que me
llevo al atisbar a través de la ventana. El calefactor está a plena potencia,
indicando el frío exterior que se niega a desvanecerse en el olvido.
Duermo con dos nórdicos, con poca
somnolencia y con la sensación de que quizás el mañana me ofrezca un mejor
momento. Ahora todavía estoy incómoda, sin deseos de caminar por el mismo
sendero de siempre, con la sensación de que hay ojos examinándome de cerca, en busca
de un error para lanzarse directos a la yugular.
Voy a ir con pies de plomo,
recuperaré en pocos días la sonrisa y encontraré la manera de promocionar de
manera certera El Secreto de las
Cuartetas. Ahora mismo es una ilusión que me ayuda a desbancar la tristeza
de encontrarme otra vez frente al abismo.
Por suerte ayer recuperé parte
del arrojo que me acompaña a la hora de escribir. Me costó un gran esfuerzo
concentrarme, cuando mi cabeza se dedica a pensar en otra cosa es difícil
dirigirla hacia los personajes, pero la forcé con mimo y tesón, deseosa de
acompañar a Aurora y a Bruno en otro capítulo, de enredar su ahora, de
adentrarme en el futuro que construyen poco a poco.
Al final conseguí mi propósito, me
puse la música lenta de siempre, con aquellos acordes místicos que consiguen
despertar sentimientos intensos, cerré el navegador donde tenía distracciones,
inspiré una bocanada de aire y continué la historia donde la dejé el sábado.
Es curiosa la mente humana, su
tendencia a recrear instantes del pasado y despertar en tu interior aquel desasosiego
que una vez dominó tu vida. Nuestro deber es erradicar esas absurdas
sensaciones del interior, agradecer lo que se tiene y valorar lo que se ha
conseguido con esfuerzo y constancia.
Miro hacia delante, con la
cercanía de los compañeros de viaje que he encontrado en la vida sin buscarlos,
con la emoción de conocer a personas que me quieren como soy y no buscan
cambiarme. ¡Qué diferente es ahora de cuando era pequeña! Ya está ahí el primer
asomo de sonrisa.
Este fin de semana me pararé a
pensar en la suerte que tengo con una editorial que apuesta por mi trabajo. A
ver qué se me ocurre para llegar a los lectores… ¡Tengo unas ganas de ver el
libro en papel! Será un logro maravilloso, Marta Noguera se convertirá en una heroína
real y por fin veré un libro mío en la estantería.
¡Feliz día! J
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