Unas cuantas palabras mañaneras
¡Buenos días! Me despierto con ilusión
por encarar un nuevo día, con ganas de pasar el jueves para llegar al ansiado
viernes y con la sensación de que he de tomar otra vez la iniciativa en
muchísimas cosas.
Ayer escribí. Últimamente mi
mente se para y se reinicia con demasiada frecuencia. No tengo continuidad a la
hora de utilizar productivamente las horas libres, cada vez que enciendo el
ordenador me distraigo demasiado con otras cosas y no me centro en la novela.
Contrariamente a lo que antes
solía sentir, no hay nadie esperando mis novelas ni tengo ninguna necesidad de
correr más allá de la emoción personal que me proporciona la historia a medida
que avanza. Liberarme de esas cadenas es maravilloso, tanto que ahora ya no me
agobia no encontrar la inspiración.
Me gusta la novela que escribo, a
pesar de que hay algunos flecos que me gustaría cavar de aclarar. El tono de la
protagonista dista un poco de la proyección inicial que marqué, pero está bien,
le da un toque de misterio. Ojalá encuentre la trama perfecta para ella.
Saber que hay un mundo ahí fuera
esperando a que lo descubra me proporciona una sensación de amplitud personal
que abarca cualquier resquicio de ansiedad residual. ¡Qué más da si consigo
hilvanar más o menos palabras en un mes! Lo ideal es hacerlo cuando me
apetezca, llenándome de la emoción que me invade si la historia me atrapa.
En esencia escribir significa
gozar con la potestad de mover los hilos a tu antojo, y hay que encontrar el
momento adecuado para ello, con música suave de fondo para despertar los sentimientos,
luz exterior acompañándome, cosquillas en el abdomen al iniciar una frase…
Recuerdo de pequeña la imagen que
tenía de los escritores, parecían dioses en su olimpo particular, encerrados en
ellos mismos, con la capacidad de decidir el destino de sus personajes. Pensaba
que se encerraban durante días en una casa aislada para encontrar esa
inspiración que les llevaba a crear una trama intensa, que no podían compaginar
su faceta creativa con una familia… Pero el tiempo me ha demostrado que no es
así, que hay vida después de la escritura y que es factible parcelar cada una
de mis actividades.
Hoy tengo un día complicado,
lleno de reuniones de aquellas que suelen alargarse hasta el infinito. Espero
contar con tiempo para acabar las tardeas que me he propuesto, a veces estaría
bien que los días tuvieran treinta y cuatro horas…
¡Feliz día! J
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