Las ruinas de Olimpia....
¡Buenos días!!¡Y FF a todos los twitteros! Los días de
verano avanzan raudos por los caminos plagados de emociones y aventuras. Vivo
cada minuto con intensidad, al máximo, con ilusión y sonrisas, saboreando cada
instante con alegría. ¡Cómo necesitaba esta desconexión total del mundo real!
Hay instantes en la vida en los que debes detenerte y dejarte llevar por las
horas exentas de obligaciones…
Llevo cuatro días en las montañas, rodeada de
naturaleza, paseando en bici o a pie por senderos maravillosos que respiran paz
y sosiego, bañándome en lagos varados entre los árboles o en ríos que
serpentean por los riscos. Por suerte el calor abrasador que llega a todas las
poblaciones españoles estos días aquí no pega con tanta intensidad.
¡Vuelvo a la crónica del crucero! La segunda escala fue
el puerto griego de Katakolon, un enclave turístico en una preciosa bahía en
forma de herradura, con playas de arena blanca y tiendecitas llenas de
recuerdos que se suceden en una única calle no muy larga.
Las llegadas a puerto son a horas muy tempranas,
teníamos que levantarnos a las 6:30 para desayunar lo más rápido posible,
contando las interminables colas para acceder a los buffets y las dificultades
para encontrar mesa. La excursión contratada tenía previsto llevarnos hasta
Olimpia, la ciudad griega de la antigüedad donde se supone que se celebró la
primera Olimpiada.
Subimos a un
autocar con un grupo de ingleses y otros turistas de habla española. Las dos
guías nos explicaron algunos detalles de Grecia y de mitología en inglés y en
español mientras recorríamos la distancia hasta el enclave de interior donde
nos recibieron las ruinas de esta mítica ciudad.
¡Increíble la guía que nos tocó! Nos explicaba cada una
de las ruinas con una emoción contagiosa, contando las anécdotas más relevantes
y mostrándonos un libro donde se veía el actual estado del lugar y el que fue
antaño. Se respiraba un aroma cálido que parecía transportarte atrás en el
tiempo, al instante en el que los atletas competían desnudos en aquella llanura
poblada de edificaciones que un terremoto destruyó.
En algunos momentos cerré los ojos, escuché el canto de
las cigarras, saboreé las historias que la voz de la guía desgranaba lentamente
y reproduje mentalmente el pasado, edificando cada uno de los rincones, el gran
hotel que albergaba a las familias nobles, la emoción de los atletas, el
comedor, el gimnasio…
Cuando entramos
en el estadio por un arco que en la antigüedad era precedido por varios
homónimos, respiré la esencia de lo que en otro tiempo debía ser la entrada a
un lugar silencioso, donde los atletas se preparaban para correr bajo las aspas
del sol abrasador, acompañados únicamente por su físico preparado desde la
infancia, sin ropas, en busca de honor que la corona del ganador les
concedería…
La verdad es que dar estos saltos al pasado delinea un
presente diferente, es una manera de entender parte de nuestra cultura, lo que
sucedió antes de la revolución informática y eléctrica, muchos milenios atrás…
Nuestra guía nos indicó muchas de las palabras que
proceden de raíces griegas y nos contó cómo los romanos copiaron la mitología
griega cambiando los nombres a los Dioses.
Volvimos al autocar caminando bajo las aspas de un
tórrido sol que despertaba las gotas de sudor en cada uno de los poros de
nuestra piel. Al llegar a Katakolon paseamos media hora por la calle repleta de
tiendas para comprar algún recuerdo.
Llegamos al Costa Favolosa a mediodía con ganas de
pasar por una larga ducha, vestirnos con ropa limpia y acudir al buffet a una
hora tardía para no encontrarnos con las hordas de personas hambrientas que
colapsaban los buffets y el comedor. Pasamos la tarde en la piscina, yo con mi
Kindle, devorando una novela maravillosa de una compañera de promoción: La
Tumba Compartida de Antonia Romero.
Y a las 19:30 estábamos en el teatro para asistir al
cóctel de gala que ofrecía el capitán del barco. ¡Increíble lo del vestido de
gala! Las mujeres iban como si fuera una boda por todo lo alto: con vestido
largo, altos tacones, chales, joyas… ¡Y los hombres iban perfectamente
trajeados! Suerte que no éramos los únicos a los que la agencia no informó de
estas formalidades, porque aunque nos trajimos algún atuendo un poco más elegante,
no podíamos imaginarnos que la gente se arreglara tantísimo.
Luego cena de gala en el restaurante, con show nocturno
de los camareros incluido en el pack y una comida más sofisticada que los otros
días. ¡Incluso nos dieron Espumoso para brindar!
¡Mañana más! ¡Feliz día!
que viaje más interesateeeeeeeeeee!! y que tengas un feliz día
ResponderEliminar¡Fue un viaje genial!!! ¡Feliz día!
EliminarMaravillosa Grecia.
ResponderEliminarEs tan agradable cuando estas con una guía que siente lo que comenta. Es verdad que llevan esos libros en los que, al mismo tiempo que uno ve cómo está actualmente un sitio, puedes ver cómo era antes. ¡Sorprendente aquella Grecia en la que los templos estaban pintados con colores tan vivos!
¿Me imaginas en el Oráculo de Delfos? Allí estuvimos con mi esposo; en la falda del monte Parnaso.
¿No te pareció que allí la gente es muy parecida físicamente a la de aquí?
¿Y cuándo oíste hablar griego..., qué sentiste?
Un abrazo, Pat. Precioso viaje.
No escuché hablar demasiado griego, la verdad. En Katakolon todas las tiendas tienen dependientes mulilingües y en las ruinas sólo hablaba la guía. ¡Pero la esencia del lugar era espectacular!
Eliminar¡Qué bonito el Oráculo de Delfos! Lo apunto como pendiente en mi larga lista....
¡Besos!!!
Que envidia me das!! yo estuve hace dos años y me enamore de ella... espero que lo disfrutaras tanto como yo.
ResponderEliminarUn saludo!!
¡Lo disfruté un montón! ¡Todo el crucero fue impresionante! ¡BESOSSS!
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