Una pequeña crónica
¡Buenos días! Tras un fin de semana espectacular
en las montañas, sola con mi marido, ayer regresé a casa con la triste noticia
de la muerte de un gran amigo de mi padre, Marco, su compañero de música, la
persona con la que tocaba una vez cada quince días en La garrafa del Beatles y
en verano en el bar Rosa Azul de Caraqués. Le echaremos de menos, se pierde una
persona maravillosa.
Hoy quiero hablar acerca de la presentación. Me
costó mucho rebajar mis emociones para verla en perspectiva y disfrutar de cada
momento. Pasé excesivos nervios antes de sentarme detrás de una mesa a
compartir con casi noventa personas esta experiencia inolvidable.
Soy una tonta sentimental, el viernes acabé
llorando en casa por la tarde, sola, sin ser capaz de escribir ni una palabra
en el ordenador. Entre el estrés por el retraso de los libros (llegaron el
mismo jueves a la librería) y la inquietud por saber si vendría gente, me pasé
doce días sin dormir.
Y llegó el día. ¿Recordáis aquella sensación que
te asola tras la boda o una fiesta importante? Te pasas meses preparándolo y de
repente piensas, «¿Ya está?». Pues fue así, pasó en un suspiro, apenas conté
con tiempo de pensar y ya estaba hablando, contestado preguntas, agradeciendo a
mis amigos su presencia…
Josep Capsir estuvo impresionante, su presentación
fue perfecta, con un toque de gracia y bien medida, es un gran autor y un gran
comunicador. Tuve un pequeño amago de llorar cuando me tocó hablar. Me había
pasado el día entero mentalizándome para no hacerlo… ¡Y lo dominé!
Ayer visioné el vídeo del evento, uno que mi
cuñado Oscar filmó. ¡Mil gracias! Estaba un poco asustada, verme al otro lado
de la pantalla no suele gustarme. Inspiré una bocanada de aire y lo puse. Me vi
muy natural, sin subterfugios, hablando como lo hago siempre. Analicé las
respuestas, mi discurso y la manera en la que afronté el hablar delante del
público, y me gustó, porque conseguí mostrarme tal como soy.
Me hubiera gustado comentar algunas cosas que me
había preparado, explicar las charlas con mis compañeros de trabajo en el bar o
los mediodías, explicar qué siento al escribir, transmitir lo importante que
fue El Secreto de las Cuartetas para
mí en el momento de escribirla… Pero en el momento solo hablé de Mabel, mi
motor para continuar escribiendo, a pesar de su lejanía. De Senda, de Mercè, de
Mara, de mi padre y de mi hermana.
Quizás es la primera y la última presentación, ¿quién
sabe dónde me llevará mi vida literaria? Lo mejor fue estar ahí, saber que por
fin tengo una novela publicada con editorial, que la gente me respaldó muchísimo
y que me ofrecieron una feliz tarde. Con esto soy feliz.
Este fin de semana he hablado con una amiga del
pasado. Suelo ser demasiado sentimentalista y me emociono con los reencuentros,
sin embargo tengo claro que la calidez del jueves me demuestra lo mucho que he
conseguido estos años, la cantidad de personas que cada día me demuestran su
afecto, su cercanía, su deseo de caminar a mi lado. Ya no necesito echar la
vista atrás, prefiero continuar por mi presente…
¡Feliz día! J
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