Crónica de ayer
El resumen más sintetizado de la jornada de ayer sería decir que fue un gran día. No pasó nada especial, pero fue genial.
Me desperté prontito, como siempre, es difícil luchar contra mi ciclo circadiano (aquél que dice que sobre las 6 o las 7 de la mañana hay que amanecer), me levanté de la cama y bajé al piso de abajo intentando amortiguar los pasos de las zapatillas sobre el parquet. El silencio de las montañas es especial, a esas horas sólo se escuchan los cánticos de algunos pájaros que rompen la nada con su piar rítmico y cadencioso.
El día estaba totalmente encapotado, con varias nubes que me felicitaron desde el cielo plomizo cuando abrí los porticones del salón. La casa es una típica edificación ceretana con dos pisos a doble altura. El piso de arriba se alza sobre la pieza que conforma la cocina y el salón, deteniéndose justo en medio, de manera que la forma triangular del tejado te acompaña desde la zona destinada al salón, muy por encima de tu cabeza, al igual que la barandilla que esconde el pequeño saloncito para los niños que funciona como distribuidor del piso superior.
Puse la cafetera en la placa de vitrocerámica, los manteles sobre la barra alta tipo bar donde comemos, los platos, los vasos, la leche,…. Desayuné sola, acompañada por la serenidad del lugar, degustando unas rebanadas de pan con tomate y una gran taza de café con leche. Luego me senté en mi sillón preferido, es uno de esos de IKEA que tienen forma de balancín con la tela negra y la madera color roble. Está situado delante de una chimenea de metal negra con cristal, de la que sale un tubo visto hasta el techo de madera. El contraste del negro con la alta pared roja que domina todo el lado frontal del salón y la cocina es espectacular.
En mi sillón, mientras esperaba a que a mi familia amaneciera, escribí la entrada que colgué después, cuando me fui con mi marido a comprar los ingredientes para mi pastel de chocolate. Tanto él como mis hijos me felicitaron al despertarse. Mi madre me llamó a primera hora, a nadie se le pasa mi tendencia a madrugar.
En el coche, camino al supermercado, conecté el lápiz USB al portátil y bajé el correo. ¡Sabéis la ilusión que me hizo ver los 23 mensajes de felicitación en el Facebook! Al colgar el post en el blog estaba exultante. Regresamos a casa con la compra y me puse a hacer el pastel. Habíamos comprado carne para una barbacoa por si acaso, por eso cuando a las 12.30 asomaron los primeros rayos de sol hablamos con los vecinos y decidimos irnos a hacer una barbacoa. ¡Mi deseada barbacoa! Y así transcurrió el mediodía, en el parque de Osseja, en agradable compañía y con la carne a la brasa que tanto me gusta.
Parecía que el sol nos había concedido una tregua, porque hasta las cuatro no se dejó ocultar por una retahíla de nubes negruzcas que volvieron a oscurecer el cielo. Entonces nos fuimos para casa y volví a conectar el USB en el banco de la carretera, justo donde llega la conexión MoviStar. ¡Volvía a tener nuevas felicitaciones tanto en mail, como en el FB, como en el blog! Y me volví contentísima a mi casita de la montaña, a acabar el pastel de chocolate al que he bautizado Sacher a la Pat (porque es un sucedanio todo de chocolate y con una receta particular).
A las 18.30 aparecieron unos amigos y soplé la vela en su compañía. ¡Ya podéis imaginaros cuál fue mi deseo! Sólo tenía un nueve para soplar, porque una de las cosas que nos olvidamos de comprar fueron velas. ¡Suerte que la hija de mi vecina hace los años en agosto y ella sí tenía uno de los números! Bueno, no está mal hacer nueve años en vez de 39, ¿no?
Y me pasé la tarde en una agradable compañía, riendo, hablando y contándonos anécdotas, hasta que los niños se quejaron de hambre y descubrimos que el tiempo se nos había escurrido sin percatarnos. ¡Eran las 21.30! Les di de cenar, mis amigos se fueron y me fui a ver una película con Chiqui. ¡Aunque me dormí a la media hora! Son los gajes de madrugar.
¡Y hasta aquí mi crónica de ayer! ¡Espero que os haya gustado!!!
P.D. Sandra, mañana intentaré encontrar esa reflexión que me pediste, ¡hoy todavía tengo resaca de felicidad!
Me alegro que pasaras un buen día de cumple. La felicidad está hecha de pequeños momentos que hay que disfrutar, sinó la vida pasa sin darte cuenta. Un beso hermanita!
ResponderEliminarCómo me alegro de que tuvieras un Sábado tan maravilloso!!!!! A mi me encanta celebrar los cumpleaños, el mio y el de todos. Vuelvo a ser niña esos días!!!! Un beso, Pat.
ResponderEliminarNos leemos mañana.
Carla!!! Espero que ayer tuvieras también un buen día. ¡Adelante con el traslado ¡Y suerte en tu nueva vida!!! Un BESO desde las montañas!!!!
ResponderEliminarMaría, es cierto, el día de tu cumpleaños siempre es especial! Y ayer fue fantástico! Un besazo para ti también! Hasta mañana!