Después de la tormenta viene la calma

9:11 Pat Casalà 4 Comments

         ¡Y si no que se lo digan a mi amiga de  Orlando, que ayer pasó por un tornado! A mí las gotas de lluvia, el granizo, las ráfagas de viento y el cielo encapotado me zarandearon durante algunas horas. A veces me veo sobre un acantilado, mirando al mar donde mis letras danzan sin cesar y me digo a mí misma que ahí es donde debe estar el ordenador que alberga las novelas, entre las fauces del océano, lejos de mi alcance. ¡Por suerte esos momentos duran poco! Y luego vuelvo a estar en mi casa, con los míos, viendo el baso medio lleno.
            De todas maneras, yo misma me permito esos devaneos puntuales, porque después resurge parte de aquella energía que forma parte de mí. Esa que a veces tacho de hiperactividad o ansiedad. En realidad es una forma de encarar los retos, de autoexigirme conseguir todo lo que me propongo y de trazar una línea recta hacia una meta, trabajando sin descanso y siempre con ilusión y mucho tesón.
            Todos los comentarios apuntan en una dirección: la búsqueda del origen, del sentimiento primario, de lo que me introdujo en la escritura. Y he seguido ese consejo a rajatabla. Ayer me estiré en la cama, cerré la luz y volví la mente atrás, rebobinando mis recuerdos para evocar un principio.
            Descubrí lo que ya sabía, que yo relato desde que tengo uso de razón. La imaginación y la fantasía siempre me han acompañado, han sido parte de mi esencia. De muy pequeña, cuando las historias aparecían era incapaz de discernir su contexto de invención, me recuerdo con la mirada perdida, conectando con esos mundos paralelos que me llenaban la cabeza, sintiendo las emociones de otras personas, de otros lugares.
            Cuando supe distinguir la diferencia me pasaba horas y horas conectando con esa otra dimensión que coexistía en mí. Me desplazaba en cualquier momento al lugar al que deseaba estar y convivía con mi otro yo, aportándole colorido, palabras, momentos. Eso me creó algún que otro problemilla con las personas que estaban a mi alrededor, pero nunca renuncié a ello.
            Durante la infancia empecé a narrar los sucesos del día de viva voz, permitiendo que los detalles se colaran por los recovecos de las expresiones, del cambio de tono, de mis gestos. Cada día buscaba sucesos que llamaran mi atención. Los observaba, los sentía y luego los reproducía entre palabras cargadas de emoción.
            Fue durante esa época que decidí un día lanzarme a escribir una obra de teatro. Era un día de junio, lo recuerdo bien porque mi cumpleaños estaba cerca. Hacía quinto, estaba en la clase que daba al despacho de la directora y tenía una profesora de cuyo nombre no logro acordarme. Pero recuerdo el aula, en el primer piso de la casa grande que conformaba el colegio, con unos grandes ventanales que irradiaban la luz del mediodía, la pizarra verde al fondo y todos sentados ante los pupitres formando renglones. Ese era el año que habían permitido a todos los niños empezar a escribir con bolígrafo y a mí me lo habían prohibido, mi letra indescifrable y mis múltiples faltas me impedían avanzar en eso.
            El fin de semana se presentaba caluroso. Cargamos nuestros bártulos en el coche y nos fuimos a Calella, al apartamento que mis padres tenían allí. Por la mañana del sábado nos levantamos temprano y pasamos las horas en la playa, donde yo siempre me he sentido feliz acompañada por el sol, el agua y el silencio embriagador del verano. Por la tarde me subí a mi bicicleta y me fui pedaleando al bosque cercano a los apartamentos, pasada la bolera, donde estaba mi rincón favorito. Allí había una basta extensión de campo que se llenaba de amapolas en esa época y creaba un manto rojo carmín que me atraía como un imán.
            Lo contemplaba siempre desde un pequeño montículo donde imaginaba miles de historias. Y allí, con la libreta en mano, escribí mi primer relato. No soy capaz de recordar con exactitud su contenido, sólo partes sueltas e inconexas. Una niña que se dormía entre las amapolas, un ángel que aparecía, algo de sueños,… El lunes le presenté el cuaderno a mi profesora y ella me lo corrigió, me alabó y lo hizo representar delante de todo el colegio. ¡La historia era buena!
            Chicos, mañana más, ¡que es demasiado largo!!!!

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4 comentarios:

  1. Hola, Pat, me maravilla tu entrada de hoy, en ella he visto un poquito más de ti, detalles importantes de tu vida que me ayudan a conocerte y a entenderte un poquito más. Y al igual que tu, la imaginación y la fantasía siempre me han acompañado. No tiene nada de malo vivir en dos mundos a la vez, yo lo hago y aun conservo la cordura, creo.
    Me alegra reencontrar a la Pat positiva. Es cierto que esos bajones que sufrimos, en los que la luz se convierte en un punto muy pequeño al final de largo túnel, tienen cosas positivas. Recuperar las ganas y empuje para continuar garabateando palabras. Sirven para resurgir cual Ave Fenix dispuesto a comerse el mundo.
    Un besazo, tesoro!

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  2. ¡Un besazo también para ti, María!!! Es cierto que a veces parece que la noria de las emociones gira sin darnos cuenta y que en algunas ocasiones se detiene abajo, en un lugar donde la angustia nos alcanza. ¡Pero la realidad siempre se impone! Y yo siempre he sido optimista, ¡así que voy a seguir siéndolo!

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  3. Hola Pat!!!
    Llego a tu blog desde el de Anxana y me uno como seguidora.
    He leído tu entrada y me parece fantástica. Yo también escribo desde pequeña y creo que aún guardo algunos de aquellos relatos por casa de mi madre. Recuerdo que en verano, cuando nos juntábamos todos los primos en la casa que mi abuela tiene en la sierra de Sevilla, aprovechábamos los calurosos mediodías, en los que no se podía salir a la calle por peligro a sufrir una combustión espontánea, para escribir nuestras historias...
    Me pasaré otra vez por aquí, te lo aseguro, porque me encanta estar descubriendo a tanta gente que comparte una misma afición, ESCRIBIR.
    Te invito a que te pases por mi blog, Sector Quimera.
    Saludos!!!

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  4. ¡Me ha encantado Cyllan! Esta tarde me lo leeré con tranquilidad, que ahora tengo un poquitín de prisa. Pero aquí tienes una nueva seguidora.
    ¡Besos!!!

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