Isaac y Kara (la trama 40)

7:27 Pat Casalà 4 Comments


            ¡Buenos días! ¡Qué frío hace! Parece que el descenso brusco de temperaturas de estas últimas horas nos haya cogido a todos desprevenidos. El viento es gélido, la atmósfera está cargada de aquel silencio extraño que envuelve el invierno y la necesidad de abrigarse ha llamado a nuestra puerta de repente, sin aviso, con una caída del termómetro.
            Caminar por la calle se ha convertido en una odisea contra el frío y el viento. Las personas se visten de invierno, con  parkas, abrigos, guantes y bufandas y las mejillas se arrebolan al recibir la gélida caricia del aire.
            Hoy toca continuar con Los Cofres del Saber. Aunque las visitas de estos últimos tres días han sufrido el mismo efecto que los termómetros de la ciudad y parece que entran en zona de congelación, voy a seguir escribiendo…
            …La vida en la montaña se había convertido en una creciente felicidad. María era una persona dulce, agradable, bonita, perfecta… La había conocido aquel día lejano en el que se estaba lavando en el río y presintió compañía, aquel día en el que conoció a toda una familia de nómadas que caminaban a merced del viento, que erraban por la vida en busca de un refugio donde resguardarse del mal.
            No dudó en acogerles en su pequeño mundo, en darles cobijo, en construirles una casa de juncos de árbol en la que poder resguardarse de la lluvia, la nieve y el aire gélido que azotaba esos parajes en invierno. Y ellos le regalaron la alegría de vivir, las historias acerca de un mundo que sólo había conocida a través de sus viajes con la mente.
            Llevaban ya dos años allí con él. Al principio le había costado un mundo adaptarse a compartir su espacio, sus costumbres, su soledad, pero la presencia de la cálida María, sus ojos negros brillando en la penumbra, su tez bronceada, sus facciones delicadas esgrimiendo muecas de felicidad, sus sonrisas que iluminaban hasta la más triste de las hojas obraron un milagro en el corazón de Isaac.
            El muchacho no pudo evitar leer el pensamiento de todos los miembros de la familia, descubrir sus más íntimos secretos, aquellos que hablaban de la despiadada sed de sangre de su señor, uno que había deshonrado a María y le había hecho un daño irreparable en el corazón.
            La familia había logrado escapar gracias a la colaboración de todos los esclavos de palacio y habían corrido a refugiarse en esas montañas tan apartadas de su mundo sin parar de caminar durante muchas jornadas. Y en aquellos días de peregrinación hacia una salvación incierta, la libertad de la que gozaron les ayudó a deshacerse de las cadenas de la esclavitud para abrazar la vida en soledad.
            Para ellos haber encontrado a Isaac había sido una bendición del cielo, una señal de que su Dios los había conducido a un lugar seguro donde aquel monstruo jamás los encontraría.
            El cuerpo de María estaba lleno de señales de dolor, torturas y maldad. Las huellas de aquel hombre que la había poseído a la fuerza poblaban cada rincón de su piel, mostrando al mundo su dominio absoluto sobre ella, avisando acerca de la maldad que llenaba el corazón y la mente de un monstruo.
            Isaac supo desde el primer instante en el que posó su mirada en María que llegaría un día en el que se enfrentaría al causante de su tormento, que ella no descansaría en paz hasta que su torturador no fuera condenado a vivir entre los muertos y que la tarea de enviarlo al más allá le correspondía a él.
            El amor entre ambos se forjó despacio, con largas conversaciones al amparo de las estrellas, baños callados en el río, caminatas alegres entre los árboles que se convirtieron en testigos mudos de sus besos robados, de sus caricias, de sus anhelos.
            Una noche de junio María se entregó a él, le ofreció su cuerpo, su vida, su esencia y su corazón. Fue una noche mágica en la que Isaac descubrió la grandeza de amar a una mujer, la alegría de sentirla entre sus brazos. Y esa misma noche la semilla del muchacho se instauró en el vientre de María para concederles el don de la descendencia… 
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4 comentarios:

  1. Pat, uuna pregunta ¿seguro que estas helada? no se...XD.
    Me gusta poder volver a pasarme por tu rinconcito.

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  2. Pat!! Un buen fragmento. Me encanta la sencillez y naturalidad con que presentas una historia de amor en pocas líneas, algo muy difícil. Sólo un detalle. No estoy seguro de que si pertenecen a la civilización griega del siglo V antes de Cristo se puedan llamar así. Los dos son nombres hebreos. Pero, bueno, eso es lo de menos... Cuídate del estrés de tanto trabajo.
    ¡¡FELICES FIESTAS!!

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  3. Hola a los dos!!! Y perdonad por la tardanza, pero es que hoy he tenido mucho trabajo y muchísimos recados pendientes por la tarde....
    ¡Yo estoy helada!! ¡En serio! A mí no me gusta el frío, soy más de calor, sol y verano,... ¡Quizás por eso contrarresto el frío con escenas románticas... ¡Me alegro de que vuelvas a estar por aquí, Silvia!!!!
    José Antonio! Felices fiestas a ti también. ¡Espero que las pases geniales!!!! Propón algún nombre, va, que hace tiempo que no tengo sugerencias...¡Y la verdad es que a las seis y media de la mañana tampoco tenía muchas ganas de buscar por la red!!!
    ¡Un beso enorme a los dos!!!

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  4. Venga, unas sugerencias: Eneas, Jasón, Orion, Thanos para Isaac. Alysa, Evangelina, Hera, Kara para Maria. Aunque hay muchos para elegir.
    No sé como puedes con todo. A las seis y media de la mañana yo no acertaría ni a encender el ordenador.

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