Bajar de las nubes
¡Buenos días!
Mi trabajo parece que
prospera. A partir de enero mis obligaciones laborales abarcarán mayores
responsabilidades y, evidentemente, mi tiempo de dedicación será intenso. ¡Me
voy a sumergir en la contabilidad, la fiscalidad, los recursos humanos, las
compras, los pagos y la administración de cinco empresas!!! Y lo voy a hacer
con poca ayuda, así que no me queda otra que empezar a ver cómo encajo todas
mis otras obligaciones familiares, el baile, el blog, los libros, los sueños y
las esperanzas… ¡Tengo la impresión de que no me va a quedar tiempo ni para
pensar!
Por un lado me hace
ilusión, yo decidí estudiar esa carrera y dedicarme a llevar los números de las
empresas, y, si tenemos en cuenta mi tendencia a controlar el gasto particular
con unas plantillas de Excel que preparo en mayo de un año para el siguiente,
el hecho de que confíen en mí para una tarea tan importante es algo que me
llena de orgullo… Pero por el otro siento que abandono mi sueño, que lo aparco,
que estoy perdiendo el tren de las horas para dedicárselo, que es una especie
de final donde estoy castrando la posibilidad de subir los peldaños de esa
larga escalera hacia una cima brumosa y lejana.
¡Atrás ha quedado esa
fiebre creativa del acueducto! Y no es por falta de ganas o de inspiración,
sino por falta de algo tan valioso como es el tiempo…Yo sería feliz con todas
las horas del día para aporrear el teclado y permitir que mis mundos paralelos
coparan las hojas de este papel. Pero
la verdad es que el tiempo pasa, los años se acumulan y no se puede vivir sólo
de sueños, esperanzas y deseos. Hay un momento en el que debes abandonar las
nubes para tocar de pies al suelo y en el que debes comprender que tu arte no
paga las facturas ni las necesidades familiares que tú misma te has creado. Y
ese momento me llegó ya hace unos meses, pero no quise verlo….
No es que esté atravesando
una crisis de frustración como cuando empecé en el blog ni que esté triste ni
nada por el estilo, es sólo que la realidad se ha impuesto y que las circunstancias
han querido que el destino escoja un camino por mí, como mínimo por un tiempo,
el necesario para ver si vale la pena seguir apostando por las novelas o con
las frases que compongo aquí ya colmo mis ansias creativas.
¡Ojalá el Papá Noel haya
escuchado mi petición de regalo! ¡Ojalá el destino vuelva a girar la bola que
lo lleva a moverse y me abra un camino de baldosas amarillas para volver a
soñar y a vivir en las nubes! ¡Ojalá realmente este mes de enero pueda emprender
un viaje de larga duración! Pero de momento debo atenerme al montón de trabajo
que se me viene encima, a mi compromiso con el blog y a mis obligaciones
diarias.
No puedo abandonar del
todo la escritura, nunca lo haré, pero la falta de horas para que mi cabeza se
interne en las tramas y las traspase al papel van a dilatar muchísimo la
finalización de una novela, así como las correcciones y pulidos posteriores. ¡Y
es que la concentración es algo que no se puede conseguir en ratitos libres que
apenas dejan espacio para entrar y salir de la historia!
Recuerdo cuando pensaba
que valía la pena apostar por mi sueño, cuando creía que todo iba a ser de
cuento de hadas, cuando mi agente me envió aquel primer mail y pensé: “si
alguien de su talla cree en mi trabajo vale la pena seguir”… Todos estos años
me ha empujado esa premisa, he creído en ella, he suspirado por ella y he
soñado en que fuera suficiente, pero el mundo sigue girando y el paso de los
años sigue pesando y la falta de noticias empieza a hacerme dudar…
Antes la espera
interminable de un mail de respuesta y de alguna palabra por parte de la
agencia era un foco de ansiedad, ahora es una constatación de que debo seguir
el nuevo camino, de que el tiempo dirá qué me tiene reservado el destino, pero
desde luego nuestra capacidad de sentirnos motivados no puede depender siempre de
palabras que se pierden en el limbo o nunca llegan.
Si realmente este mes de
enero se va a iniciar la búsqueda de editorial para La Baraja sé que los
tiempos de espera pueden ser largos y pesados y que no necesariamente las cosas
tienen que acabar como yo deseo, así que estar súper ocupada me va a ayudar a
no pensar, a no pasarme el día pendiente del mail y del telefono, a no sentir
el apremio del tiempo, a no esperar, esperar y esperar… ¡Auqnue no estaría mal
que la magia de Papá Noel me echara una mano….!
¡Feliz día!
Pat en el pasado trabajé en campañas de cítricos y de turismo, muchas horas trabajando y poco tiempo para mí imaginación.
ResponderEliminarPero ya veras como encuentras la forma de no renunciar a tus musas.
La mías empezaron a acumular información en mi cabezita, tienen un archivo de los datos de todos mis personajes, un archivo con las ideas de las novelas nuevas y un rincón donde se esconden las novelas que mis musas tiene terminadas y las esconden como si fueran pelis. Y cuando tengo tiempo plasmo esas pelis en papel o en el ordenador.
Creo que te he dado la lata, pero quiero decir que seguro que tus musas encuentran la forma que las sigues escuchando, seguro.
Si las Musas siguen ahí, lo que me falta es tiempo... Pero supongo que todo se asentará de alguna o de otra forma...
ResponderEliminar¡Un beso!