Las sombras II
¡Buenos días!! No me puedo ir a esquiar, mi hija sigue con fiebre… ¡Esperemos que mañana esté mejor y me pueda ir a las montañas!!! Así que por ahora nos quedamos aquí a pasar el día. Voy a ver cómo utilizo mi tiempo libre…. Me parece que me apetece mucho pasear, ver tiendas, gente, ambiente navideño,… ¡Ya os contaré! Vamos a seguir con el relato, ¡que ayer recibí muchas quejas por dejarlo a medias!…Elena sintió una descarga eléctrica en su mano izquierda. Era como si acabara de acercarla a un enchufe y toda la electricidad que moraba en la instalación se hubiera condensado en sus dedos agarrotados. Por el rabillo del ojo vio cómo la sombra mantenía sus brazos alzados frente al pecho, con aquellas palmas blanquecinas abiertas hacia abajo, lanzando su fuerza mortífera.
La
respiración de Elena se convirtió en unos jadeos roncos que se desprendían de
su boca junto a las bocanadas de vaho. Su corazón se había revelado como un órgano
exaltado que parecía querer danzar ante su mirada enturbiada por las lágrimas
que la humedecían. El
dolor de la mano izquierda era intenso, tan intenso que se le escapó un grañido
de dolor mientras sus pensamientos buscaban frenéticamente una respuesta a aquel
ataque.
Desde
niña había sabido que ese día llegaría, que ese instante que estaba viviendo
formaba parte de su destino. Todas las señales de la profecía la habían
señalado como la única capaz de albergar la pulsera en su muñeca derecha, como
la elegida para acabar la lucha encarnizada que las sombras y las luces mantenían
desde hacía más de diez mil años, cuando la harmonía en la Tierra se había roto
por la confrontación entre dos hermanos.
Pero
Elena no sabía cómo iba a librar al mundo de esa batalla, nunca lo había
sabido. No dejaba de ser una muchacha de veintitrés años con muchos sueños e
ilusiones que pululaba por la vida buscando una respuesta a los miles de
interrogantes que se le presentaban diariamente, a las preguntas que despertaba
esa condición de elegida que la había mantenido alejada del exterior, siempre
encerrada entre personas afables que intentaban prepararla para el instante que
estaba viviendo. Pero ella seguía siendo una chica asustada, herida por la
horrible muerte de su madre y angustiada por la falta de decisión que había
demostrado.
-¡No
te muevas! -La sombra fregaba el suelo con unas zapatillas negras de suela de
goma que se acercaban peligrosamente a una Elena paralizada-. ¿Cómo es posible
que toda tu gente confíe en alguien tan insignificante como tú?
Estaba
a un centímetro de distancia, Elena podía oler su inconfundible aroma a incienso
mezclado con aceites naturales, un olor que penetraba por sus fosas nasales
para despertar un recuerdo que la abocaba a las lágrimas de dolor que habían
despertado el día en el que Mario se había revelado como una sombra y le había
confesado su amor en un recodo del jardín. Se habían amado en silencio, al
amparo de las estrellas, sellando su encuentro con un adiós que significaba un
para siempre, con la certeza de que a partir de ese día iban a luchar el uno
contra el otro, de que llegaría el día en el que uno de los dos bandos ganaría
la batalla y nunca podrían vivir su amor.
De
repente sintió una oleada de rabia invadiendo cada uno de los poros de su piel.
Se miró la mano izquierda con una furiosa aceleración de sus sentidos y la
obligó a moverse a pesar de los latigazos que lanzaba a través de sus
terminaciones nerviosas. La sombra se había acercado tanto a ella que no tardaría
ni dos segundos en arrancarle la pulsera, pero Elena no iba a permitirlo. Se irguió
en toda su estatura y obligó a su mano izquierda a tocar el metal dorado para
deslizarlo lentamente hacia la muñeca.
La
sombra se quedó quieta, con los ojos completamente cerrados y la respiración
ralentizada al máximo. Dobló sus brazos frente al pecho y colocó las manos
formando un cuenco en el que se concentraba una bola de luz energética.
Elena
supo que debía reaccionar, que si aquella bola la alcanzaba todo estaría perdido.
Cerró los ojos y le suplicó a la pulsera que ocupara su lugar.
Cuando
la sombra empezó a bajar las manos para lanzar su ataque sobre Elena, la
pulsera pareció obedecer a su dueña y se deslizó suavemente hasta la muñeca
para ensamblarse con ella. El metal se adhirió a la piel convirtiéndose en una
unidad, cada una de las figuras que colgaban de ella se tatuó en el brazo y Elena
sintió cómo todo su cuerpo se llenaba de una energía cálida y revitalizante.
-¡No!
-gritó la sombra al comprobar cómo su bola se fundía entre sus manos-. Tu bando
ha de ser erradicado, sólo así la oscuridad podrá apagar la luz hasta el fin de
los tiempos.
Pero
era demasiado tarde, Elena había accedido al poder ancestral que se mencionaba
en la profecía. A
través del contacto con la pulsera cada uno de los átomos de su cuerpo se había
transformado en un conato de luz que irradiaba a través de su piel morena y
brillante. Parecía como si se hubiera convertido en una bola de luz
incandescente que se iba propagando por todos los rincones de la estancia,
alcanzando a la sombra, despojándola de sus ropas, llenándola de color,
convirtiéndola en un ser de luz que abandonaba la oscuridad.
El
pensamiento de Elena estaba dividido. Recordaba demasiado bien las enseñanzas
de sus maestras, las ideas que le inculcaron desde pequeña, el odio ancestral
que existía entre los dos bandos. Pero también la bombardeaban los recuerdos de
aquella noche con Mario, de los años en los que habían visto a hurtadillas en
el jardín, de la alegría de estar juntos.
Y
su corazón emitió un veredicto, una decisión, una que nadie podría haber
esperado de aquella niña asustadiza y cálida que no mostraba la frialdad propia
de los participantes de la
lucha. La luminiscencia de Elena se expandió, llenando cada
rincón de la Tierra, uniendo a dos bandos rivales, inundando sus corazones de
luz y de esperanza, consiguiendo que las últimas palabras de la profecía
cambiaran y que el odio desapareciera.
¡Feliz
día!!!
Guau!! Un final inesperado, me ha encantado!! Sabes que de este relato puede salir una historia larga y compleja, ¿verdad? Pues si te decides a escribirla, yo estaré aquí para leerla.
ResponderEliminarGracias, Pat, por tu sonrisa, por tu optimismo constante y contagioso, y por este relato.
8)
Hola Bea!!!! La verdad es que podría salir una buena novela, pero tengo una en marcha, además de los Cofres del Saber.... Así que ahí queda, quizás algún día recupere el relato y le de forma.... Pasa un gran día!!! Besos!!! Y gracias por estar siempre por aquí!!!!
ResponderEliminarEspero que tu niña este mejor, me a encantado la historia Pat!!!
ResponderEliminarY el final.... aun mas!!!!!
Que pases un buen día amiga!!!!
Gracias Silvia!!! ¡Mi niña está mejor! Ya no tiene fiebre y la tos ha bajado,...¡Así que en una hora me voy!!!! ¡Y me pasaré toda la tarde delante de la chimenea!
ResponderEliminar¡Pasa un gran día Silvia!!!!