¿Nos regalamos una sonrisa?
¡Buenos días! Tengo las manos manchadas de hollín,
el día ha despuntado un tanto nublado, la calma y el sosiego me acompañan desde
que me he levantado y el fuego que he encendido en la chimenea me ha hechizado
durante largos minutos.
Una de las actividades más relajantes que conozco
es la de quedarme sentada en el suelo, ante la puerta de la chimenea,
observando las llamas atusadas por el viento crear formas fantasmagóricas,
escuchando el crujido de las ramas al quemarse y el sonido del fuego, un sonido
que me llega ahogado por el cristal transparente que me permite contemplar
embobada el magnifico espectáculo de la fogata.
¡Hay tantas cosas maravillosas en nuestro día a día!
¡Tantas a las que no prestamos atención al estar abducidos por un ritmo de vida
frenético que nos limita las percepciones! Hay instantes en los que todos deberíamos
pararnos a observar, a sentir, a respirar, a darnos cuenta de la fragilidad de
nuestra manera de absorber el entorno.
Quizás si pudiéramos detener un minuto los
pensamientos que nos impulsan a correr sin mesura…. Si pudiéramos apreciar la
naturaleza que nos envuelve… Si pudiéramos
descubrir la esencia de todo aquello que tenemos en vez de desear más… ¿Nunca
os habéis planteado que la verdadera felicidad reside en nuestra manera de percibir
el mundo que nos rodea?
A veces me encantaría dejarme llevar por mi mundo
de fantasía, permanecer en él durante días, semanas, meses, años… deambular por
los laberintos de los sentimientos ajenos, descubrir mundo, experiencias,
instantes, sentimientos… ¡Y todo sin levantarme del sofá, de la cama, de la
silla…! Es una idea que me seduce, algo que a veces me sucede y me arrastra a
vivir en otra piel, a sentir otras emociones, a gozar de la libertad que te
ofrece hacer lo que deseas sin interferir en la vida cotidiana.
Sin embargo, soy consciente de las muchas
responsabilidades que todos vamos asumiendo a medida que los años van sumando
en nuestro haber, de las muchas necesidades que se crean al madurar, de las
muchas ataduras que nosotros mismos nos imponemos y merman nuestra capacidad de
realizar muchas de nuestras quimeras.
Ser una persona responsable, con palabra,
consecuente con sus decisiones y sus compromisos, trabajadora, cumplidora y
feliz no es algo que abunde en nuestro entorno, más bien las personas se van moldeando
a partir de las necesidades que ellas mismas se crean y así consumen la
capacidad de pararse a observar los detalles, las pequeñas alegrías, los
pequeños momentos por los que vale la pena esgrimir una sonrisa.
Aprecio esas cualidades en las personas que me
rodean, su capacidad de cumplir con los compromisos adquiridos y de no perder
la sonrisa, de ser capaces de ponerse en lugar ajeno y no permitir que sus actos
puedan ocasionar angustia o tristeza en los demás, de no anteponer su propia
ambición a la felicidad de otros.
Últimamente me he encontrado con muchos tiburones
a los que impele su propio egocentrismo sin mirar a su alrededor y darse cuenta
de que los demás también tienen derecho a conseguir sus sueños. También me he
topado con gente que ha adquirido compromisos conmigo y me ha dado esperanzas
de cumplirlos, pero luego se ha quedado en agua de borrajas, en una de aquellas
aguas llenas de desatino, ansiedad, espera y desazón.
Ya os dije una vez que necesitaba una Web llamada “soyidiota.com”
porque yo siempre pienso bien de esas personas y les doy una y mil
oportunidades, como si el tiempo y la paciencia pudieran hacerles cambiar de
manera de actuar. Hay veces en las que un suceso específico obra el milagro,
pero he de confesar que la mayoría de las veces siguen igual.
Así que hoy me he sentado delante de la chimenea,
en el suelo, con toda mi familia durmiendo, en silencio y contemplando las
llamaradas danzantes y vigorosas. He relajado mi mente, mis ilusiones, mis
angustias y mis desvelos. He vaciado de emociones funestas mi corazón y he
permitido que cada una de las formas sinuosas que adquirían las llamas moldeara
un trocito de felicidad.
¡Y ha funcionado! ¿Veis qué fácil es llenar
vuestro pequeño mundo de emociones positivas? ¿Relativizar todo aquello que os
impide descubrir lo maravilloso que tenéis al alcance de la mano? ¿Permitir que
una sonrisa se lleve la angustia y la tristeza?
¡Hoy mi día interior se ha despejado! ¡El sol
reina en él! ¡Y voy a mantener esa sonrisa todo el día, toda la semana, todo el
mes, todo el año…! ¿Os apuntáis?
¡Feliz día!
Pat, hoy en día se vivve demasiado deprisa y cuando te sucede algp como a mí, enfermar, te das cuenta de muchas cosas que nos perdemos por vivir al ritmo de este mundo loco.
ResponderEliminarCuando esta bien, me encantaba encender la chimenea y ver la danza del fuego detrás del cristal de la chimenea, pero ahora, desde mi enfermedad, la miro de otro modo y me doy cuenta que su danza es mágica y su calor adorable.
¡Hola guapa! Tienes razón, vivimos demasiado deprisa, pero ya verás como la enfermedad se acabará curando y llegará el día en el que vulvas a mirarlo todo con otros ojos, unos felices y contentos.
ResponderEliminar¡Un beso enorme!!!!!