Recordando a Prometeo
¡Buenos días! Hoy se ha
despertado un cielo soleado, sin demasiadas nubes en el horizonte, con un azul
nítido solamente manchado por algunos grumos blanquecinos que forman imágenes
cambiantes, atusadas por el viento un tanto gélido que azota estos parajes.
Llevo más de una hora
intentando encontrar algo que contar, una anécdota, un tema, una idea que me
ayude a llenar el folio en blanco que se extiende ante mi mirada como si fuera
una prueba tangible de mi falta de inspiración matutina. ¡Y es que llevo tantos
meses escribiendo en el blog que los temas se agotan!
La verdad es que os prometí
una sonrisa diaria, una manera de ver la vida sin melancolía, unas palabras que
lanzaran diariamente un globo sonda de optimismo para llenar el día de sonrisas
e ilusiones. Hoy me cuesta un poco encontrar la senda correcta, aparcar un cúmulo
de sentimientos de cansancio y agotamiento que me invaden, aunque lo voy a
intentar.
Hace unos meses me prometí
a mí misma no esperar ante el Outlook de una manera obsesiva e intensa, siempre
dándole al enviar y recibir, siempre aguardando ansiosa noticias, siempre
pensando que las cosas iban a ir bien, que tarde o temprano conseguiría lo que
me había propuesto.
Nunca me acostumbraré a
preguntar y esperar durante demasiados días las respuestas. Quizás por mi forma
de ser y de actuar en todos los ámbitos de mi vida me cuestan un mundo esas esperas
interminables y me producen una sensación de extenuación.
Últimamente he conocido a
mucha gente que escribe, a muchos autores noveles como yo que esperan su
oportunidad, que anhelan conseguir que sus escritos se conviertan en Best
Sellers, que desean vivir de su arte, de su absoluta dedicación a algo tan maravilloso
como es crear mundos paralelos en el papel y emocionar con ellos a millones de
lectores.
En los que empiezan veo
esa fuerza primaria que me impelía a continuar aporreando el teclado de manera
frenética, a soñar con un mundo perfecto en el que el trabajo constante y el
esfuerzo se veían recompensados, a pensar que para vivir de las novelas bastaba
con estudiar de manera intensa para superar la disortografía, aprender la técnica
que me faltaba y escribir, crear, estructurar, pensar,…
Hace tantos años de eso…
¡Casi diez años! En todos ellos he seguido creyendo en mis escritos, en las
posibilidades de alcanzar una parte de esas metas, en que la oportunidad
llamaría a mi puerta, en que valía la pena soñar, trabajar, crear,…
Pero esta semana dedicada
exclusivamente a la escritura, con una fiebre creativa increíble, como la que
me atenazaba al principio, con todas las horas del día para aporrear el teclado
y sin la angustia que sentía cuando no tenía trabajo, aquella que se componía
de la ingrata sensación de ver un futuro yermo y estéril, me ha vencido la
realidad, aquella que me explica con palabras sordas lo intensamente feliz que
sería si mis días pudieran ser así.
Hace años seguía con
atención un blog inexistente desde 2007 que se llamaba Miserias Literarias, en él
un bloggero llamado Prometeo, y que según parece estaba metido dentro del mundo
editorial, explicaba los entresijos de este negocio con entradas interesantes y
muy explícitas. Allí leí varias veces las experiencias de muchos noveles y los
consejos que Prometeo daba a los inéditos como yo.
Escuché parte de esos
consejos, pero rehuí conscientemente algunos que anunciaban una situación
parecida a la mía actualmente. Quizás hay momentos en los que todos pecamos de soberbia
y necesitamos creer que nuestro caso es distinto, que a nosotros no nos pasará
eso, que seguro que nuestra experiencia será maravillosa.
Y, quizás, debería haber
interiorizado más sus consejos, haber entendido que aquella euforia que sentía
era producto de una ilusión, que haber recibido un mail de la agencia con la
que llevaba soñando desde hacía más de un año no era un augurio de algo increíble
y tangible al instante, que la realidad que pintaba Prometeo podía ser parte de
mi realidad, una que exponía losa largos plazos de lectura y la dificultad para
los nuevos escritores para abrirse camino.
Los artículos de Prometeo
eran fantásticos, bien medidos, bien escritos, concisos y con la información necesaria
para componer una radiografía de lo difícil que es llegar a las librerías. Invito
a todos los noveles a intentar buscar ese blog. ¡No sé si todavía existe, pero
os aseguro que vale la pena!
J ¡Esa es mi sonrisa! ¡Feliz día!
Pat!! El blog de Prometeo aún existe, aunque cerrado, y muchos escritores hemos pasado por él en un momento u otro. Incluso conviene reelerlo de vez en cuando porque, fuera quien fuera quien lo escribía, sabía lo que se decía y yo, como tu, me sentía totalmente reflejado en él. Aunque no despierta precisamente el optimismo. Y eso que por entonces las cosas no andaban tan mal.
ResponderEliminarAunque a optimismo no hay quien te gane a ti. Sigue así e intenta contagiarnos a los demás.
Feliz día!!
Lo acabo de buscar el la Web y tienes razón!!! Todavía existe!!! Y sí, nos pintaba un panorama un tanto desolador, pero quizás a veces deberíamos escucharlo un poco más....
ResponderEliminar¡Gracias por lo del optimismo!!!! ¡Espero seguir manteniéndolo mucho tiempo más!!!!!
¡Un beso!!!