Reencuentros emocionantes
¡Buenos días! Esta semana se
llena de interesantes y fabulosas cenas. Reencuentros, momentos, alegrías…
Conocer la trayectoria de mis antiguos compañeros de escuela es emocionante.
La mayoría estamos casados y con
hijos, tenemos trabajo, un pasado… Hay disparidad de profesiones, un popurrí de
carreras estudiadas y unas ganas locas de vernos las caras. Este viernes
haremos realidad una parte de ese deseo, ¡nos vamos a reunir dieciséis personas!
Ufffff, no tengo claro si sabré
quienes son, porque han pasado veintiocho años desde que vi por última vez a
muchos de ellos… Por suerte las tecnologías actuales permiten contactar vía
Facebook y he visto algunas fotos. ¡Tendríamos que llevar una etiqueta
identificativa!
En las películas americanas
siempre muestran cómo son estos encuentros… A ver si realmente estamos tan
cambiados… Nos separamos a los catorce años, aunque algunos siguieron conmigo
en BUP. Éramos unos críos, sin todavía definidos nuestros futuros. ¿Qué habrá
sido de ellos?
Me recuerdo de pequeña, con la
cabeza llena de ideas e historias… Me encantaba el colegio, era una torre en
las afueras de Badalona, en una urbanización llamada Mas Ram… Allí transcurre
una parte de la trama de El Secreto de
las Cuartetas, en una de las casas unifamiliares. El colegio es enorme,
tiene unos diez jardines distintos, dos pistas de fútbol, una cancha de básquet,
un polideportivo, un gimnasio…
Una de mis aficiones favoritas de
entonces era inventar crímenes cometidos por el pobre Eulogio, el jardinero. Jejejejeje.
Recorría un jardín semiescondido, bajo el Jardí
del Plàtans, con mis amigos del alma, Margarita, David y Eva, les contaba
mis ideas y juntos buscábamos el tesoro escondido en un rincón por Eulogio…
El sábado hablé con Eva por
primera vez en veintitantos años, le expliqué que me había convertido en
escritora, que pronto saldría mi primer libro con editorial y que finalmente un
día me decidí a contar aquellas historias compartidas de niña con ella y
Margarita en formato libro. Se alegró por mí, a ella le gustaba jugar a las
ideas locas que se me ocurrían, buscando tesoros o pruebas de los crímenes por
los jardines del colegio.
A veces hay personas que pasan
por tu vida y dejan una huella, ese es el caso de Eva, Margarita y David. Los
cuatro solíamos caminar juntos por el colegio, charlar, compartir momentos. Es
una pena la ausencia de tecnologías en la época en la que nos separamos,
perdimos el contacte hasta ahora.
Con David y Margarita me he
reunido algunas veces, recordando con nostalgia positiva el pasado. Eva vive en
Milán, y no habíamos hablado en décadas. Espero reencontrarme con ella en algún
momento, sería mágico.
¡Feliz día! J
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