Sonrisas y lágrimas
¡Buenos días! Sol, sonrisas y
lágrimas… Ufff, tengo resaca de felicidad, una gran y absoluta sensación de
euforia, con instantes preciosos que me quedo embobada, dándome cuenta de lo
afortunada que soy.
No es Planeta ni Random House ni
una gran editorial, pero es un libro en papel, una realidad en las librerías,
un pedacito de ese cielo azul brillante que anhelaba de joven. ¡Qué bonito se
ve desde mi posición! Me encanta saber que pronto oleré a libro nuevo, estaré
en compañía de mis allegados y brindaré por esa primera edición tradicional.
Quizás sea la primera y la
última, es posible que el siguiente peldaño sea Amazon, o que la vida me depare
otros caminos. Ahora mismo me da igual si avanzo hacia un lado o hacia otro,
quiero disfrutar cada instante con la plenitud que se merece.
Hace años, cuando todavía tenía
la ilusoria esperanza de vivir de la literatura, con aquella ansiedad que
consumía mi capacidad de sentir la emoción de escribir, contraté a un tutor de
la escuela de escritura del Ateneu de Barcelona par que me ayudara a mejorar la
técnica. Trabajamos sobre El Secreto de
las Cuartetas durante siete meses, pulimos cada fragmento, buscando siempre
que fuera yo la que me percatara de los fallos.
Recuerdo un desayuno en el bar
del Ateneu, al final del libro, cuando el trabajo ya estaba prácticamente
terminado. Yo tenía aquella expresión de espera que me caracterizaba, con la sensación
de que vivía en un castillo de naipes a punto de derrumbarse de nuevo. Pepe me
dijo una verdad importante que me acompaña desde entonces: «no puedes
angustiarte por todo, piénsalo, ahora quieres publicar, pero si sigues así cuando
eso llegue tenderás a preocuparte por las ventas, por la promoción… La ansiedad
es así, siempre encuentra un motivo para agobiarte».
En ese estadio de mi vida no fui
capaz de darme cuenta del significado de esas palabras, estaba ofuscada. Pero
con los años he entendido la verdadera importancia de esa conversación. Es importante
buscar la manera de ser feliz, de darle la consistencia necesaria a cada
acontecimiento y de disfrutarlo.
Yo suelo llorar cuando me
emociono. Las personas que me conocen no se sorprenden al verme derramar
lágrimas cuando consigo pequeñas victorias. Soy una sentimental. Ayer me pasé
el día con la lagrimita floja, emocionándome constantemente, con la felicidad
de alcanzar una meta.
Lo celebré por todo lo alto, me
fui con mi familia a un restaurante japonés y brindamos por la noticia. Para mí
es maravilloso saber que pronto, muy pronto, tendré mi primer libro publicado
con editorial.
¡Feliz día! J
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