bako National Park II (Borneo)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! ¡Qué bien sienta un fin de semana de desconexión! Llego al lunes con energía, ganas de comerme el mundo y un sinfín de ideas locas para avanzar en UUDC. Tengo un montón de trabajo esta semana, mi planificación se llena hasta arriba de mil plazos de entrega de informes, impuestos, estudios… Al llegar al despacho me pondré a ello sin perder la sonrisa y llegaré a todo, seguro.
El viernes, después de una larga semana seca de inspiración, conseguí escribir el primer beso, con la intensidad necesaria para hacerlo creíble. Continué un poco más, quitándoles la camiseta a los protagonistas, subiendo la temperatura… Cuando miré la hora y vi que o corría o no llegaba a zumba, puse un punto y aparte, levanté las manos del teclado y me fui.
¡Nunca había bailado con una sonrisa tan ancha! ¿A quién se le ocurre dejar a Lúa y a Matt así? Uffff, no me concentraba en los pasos ni en la música, solo deseaba regresar a casa para continuar escribiendo. El fin de semana he avanzado muchísimo, estoy contenta con los progresos, espero tener un manuscrito a la altura en unos tres o cuatro meses.
El otro día dejamos el viaje en Bako National Park, llegando a nuestra cabaña para dejar las mochilas, las toallas que nos dieron en recepción y prepararnos para los trekkings. El lugar era mejor de lo esperado, cuatro camas de madera, con sábanas limpias, dos ventiladores, rejas en las ventanas para impedir la entrada de los mosquitos y un baño separado, con unas instalaciones muy correctas.
Vaciamos las mochilas sobre las camas, caminamos de vuelta a recepción y nos apuntamos en el registro. Es obligatorio hacerlo, indicando el número de personas, la ruta elegida y la hora de salida. Al regresar firmas y así tienen controlada la gente que deambula por la selva. Nos pareció una perfecta medida de seguridad y una manera de no sufrir si nos pasaba cualquier cosa.
Compramos tres botellas de agua de litro y medio a precio de oro, ¡son carísimas por el nivel de vida de Malasia! Las pusimos en las mochilas, junto con unas bolsas de patatas y empezamos a caminar. Elegimos el trekking llamado Teluk Paku, para ver los monos narigudos.
Contrariamente a mi idea, avanzar por la selva no se asemeja en nada a la montaña. Las raíces de los árboles forman los senderos, que en algunos tramos tenían escaleras o pasarelas de madera construidas por el hombre. El calor es sofocante, la humedad levanta gotas en cada recodo de la piel y el terreno es resbaladizo.
No vimos monos, a esa hora no salen, pero sí nos adentramos en la naturaleza, con la emoción de descubrir un mundo nuevo, lleno de sonidos selváticos, turistas como nosotros y plantas increíbles. Al final del camino llegamos a una playa espectacular, con rocas y unos cangrejos diferentes a los de aquí, el único problema es la prohibición de bañarte por peligro de encontrar cocodrilos. El paisaje no tiene desperdicio…

¡Feliz día! J

FOTOS DE LA LLEGADA A BAKO


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