Espectáculo de luces (Singapur)
¡Buenos días! Hace un frío brutal, parece como si
de repente las temperaturas hubieran descendido de golpe. Este fin de semana
cambian la hora, pronto estaremos inmersos en aquellos días oscuros, con pocas
horas de luz y tardes apagadas.
Pensaba que no sería capaz de compaginar dos
historias, pero me equivocaba. De momento consigo cambiar de una a otra con
facilidad, ayudándome de las playlists
de Spotify creadas especialmente para estas novelas, como si la música
funcionara como un catalizador para diferenciarlas.
Son tan distintas mis protagonistas… Una es intrépida,
luchadora, tenaz, perseverante y muy joven. La otra es abstemia sentimentalmente
hasta que descubre la luz. Me encanta darles vida en el papel, pensar como
ellas, sentir cómo crece en mi interior aquella emoción propia del primer
enamoramiento, con momentos álgidos y cosquillas en el vientre.
Les he propuesto a mis amigas un brainstorming para pensar en primeros
besos épicos. Sería una buena manera de pasar una tarde, con unas copas, unas
risas y un sinfín de ideas especiales… Por suerte tengo la capacidad de
imaginar situaciones románticas sin problemas.
Vamos a
volver a Singapur, a los Gardens by the Bay. Nos encantaron, es una
visita obligada en esta ciudad. Al salir estábamos reventados de tanto andar,
la zona es enorme y el interior de los invernaderos se llena de pasillos con plantas
exóticas, puentes y ascensores.
Caminamos hacia Marina Bay para buscar el lugar
donde por la noche hacen el espectáculo de luz y fuegos. Acabamos en food court
del mediodía, con un helado y los pies destrozados. Necesitábamos un poco de
aire acondicionado, un baño y descansar un rato. El calor en Singapur es húmedo
y pegadizo.
Finalmente salimos al exterior cuando empezaba a
oscurecer. Cruzamos al otro lado de la bahía a través del puente más famoso. El
complejo Marina Bay Sands está delante del río, frente a un precioso skyline de edificios singulares, con un
estadio de futbol sobre el agua y algunas arquitecturas muy peculiares.
Regresamos sobre nuestros pasos para apostarnos
frente al Marina Bay Sands a ver el espectáculo. Fue impresionante, en el agua
hay unos proyectores de luces, junto a surtidores. Al ritmo de la música se
crean unas imágenes y un precioso juego de luces.
Terminado el espectáculo necesitábamos encontrar
un sitio donde cenar. Volvimos al otro lado, exhaustos, sin ganas de seguir
caminando. Atravesamos el campo de fútbol y anduvimos durante cerca de tres
cuartos de hora hasta la zona de bares y restaurantes frente al río. Eran tan
caros… Singapur es una ciudad prohibitiva. Acabamos en un Burger King, cansados
y con deseos de irnos al hotel cuanto antes.
¡Feliz día! J
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