Bako National park V (Borneo)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! El jueves se presenta perfecto, con muchísimo trabajo, un sinfín de instantes y un afterwork con mis compañeros de trabajo para celebrar el cumpleaños de una de ellas.
Ayer fue un día redondo. A veces un simpe email puede alegrarte el día, porque de repente te percatas de que todavía queda gente como a mí me gusta ahí fuera, en el mundo editorial.
Envíe una propuesta de edición, junto a una carta de presentación y una sinopsis. Normalmente solo recibo silencio, ni una letra para comunicarme la recepción ni un «no estamos interesados» ni un mínimo feedback… A mí me basta con cuatro letras, como ayer. No es una promesa de publicación, solo un «leeremos la novela», pero a mí me sabe a gloria.  Porque no cuesta nada enviar cuatro frases, aunque sea para decir no.
Ecos delpasado sigue imbatible como mi novela más leída. Ayer se coló de nuevo en una posición envidiable, arrancándome varias sonrisas. La novela se lee, sobre todo en Kidle Unilited, y su media de lectura es de dos días. Engancha, eso queda patente, y me emociona.
Volvamos a Bako National Park
El barquero nos propuso hacer un tour por el mar antes de volver a la base y aceptamos encantados. Fue una experiencia genial. Nos dejó en el muelle de madera, junto a los manglares. La marea había subido y ya no era necesario desembarcar en la orilla.
Caminamos por la pasarela de regreso al alojamiento, avistando una cantidad increíble de monos narigudos. En el camino nos topamos con macacos y disfrutamos de la paz del lugar. Mi marido y mi hija se bañaron con agua helada, no hay agua caliente, y luego decidimos ir al bar a por un refresco.
En la terraza pone que es el único sitio donde se puede comer. Teníamos un par de bolsas de patatas y unas Coca-Colas, charlamos un poco con la pareja de franceses que nos habíamos encontrado en la última excursión y de repente apareció una manada de macacos dispuestos a robarnos la comida.
Mis hijos y mi marido se levantaron, salvando las patatas, pero yo permanecí sentada, uno de los monos me miraba fijamente desde la barandilla y nos habían dicho que eran agresivos. Tenía miedo, no sabía si debía moverme o quedarme quieta.
El macaco se lanzó sobre mi brazo sin avisar, arañándome y consiguiendo despertar mis gritos asustados. Mi marido lo espantó y yo me levanté de un salto, con pánico. Por suerte solo me hizo una pequeña rascada, pero el susto no me lo quita nadie…
Pasamos el resto de la tarde en la playa, viendo el sunset, paseando, llenándonos de la serenidad de la selva.
¡Feliz día! J  

  

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