La conexión

7:42 Pat Casalà 6 Comments

            He acabado el segundo libro de la lista en 48 horas. Me ha gustado mucho más que el primero, aunque leerme todas y cada una de las descripciones me ha costado lo suyo. ¡Hay muchas! Se llama El Cuento Número Trece y es una primera novela de la autora Diane Setterfield. Hoy tengo pensado ir a la biblioteca a por otro, ¡Es que me quedan 73! El otro día los conté y la lista reveló que en sus fauces se asentaban 80 libros pendientes de lectura. Yo me había leído cinco, más los dos de ahora… ¡Quizás en un año acabe con la tarea!
            En cuanto a las novelas, he transgredido las normas expresas que se me habían dado y le he dado diez vueltas al primer capítulo de La Baraja. ¡Necesitaba poner a prueba algunos cambios que mi mente fue perfilando con la lectura! Pero ahora lo voy a dejar reposar unos días, a ver si cuando lo vuelva a leer me quedo con la nueva versión, con la antigua o con otra.
            Ayer os conté mis inicios, aquellos en los que la necesidad de narrar historias copaban mi ilusión y me llenaban de pleno. Me quedé en la obra de las amapolas, aquella que la profesora me corrigió con paciencia y los niños de mi clase representaron ante el colegio. ¡Yo hice de ángel! De eso me acuerdo.
            A partir de ahí seguí contando con pelos y señales los sucesos de mi día a quien quisiera escucharlos, endulzándolos con detalles de mi propia cosecha, inventando un pasado para los personajes ajenos a mi devenir, cambiando mi expresión al son de lo vivido, dándole un tono gracioso, terrible, agrio,…
            Volví a intentar poner por escrito algún que otro relato de aquellos mundos imaginarios que se negaban a desprenderse de mí. Pero los intentos fueron mal acogidos por profesores que nunca se fijaron en el contenido, embadurnado por el rojo de las faltas. Y eso me hizo desistir de la tarea de escribirlos. Y mi lengua, ya de por sí suelta, empezó a crecer en número de narraciones.
            Ya he explicado en ocasiones mi tendencia a dormirme contándome una historia, y a retomarla cuando abría los ojos por la mañana. Lo que no os he transmitido es mi conexión con esas historias, mi capacidad para sentirlas, para traspasar las fronteras de ambos mundos y ser durante unas horas otra persona sin levantarme del sofá.
            Esa era la manera en la que pasaba las horas cuando estaba viendo una obra de teatro que no me gustaba o escuchando una música que no me llenaba o en el autocar de regreso a casa o en un momento en el que debía esperar con paciencia sentada en algún lugar.
            Antes de lanzarme a poner por escrito las historias, pasé años relatándolas de viva voz o para mí, con una ilusión inmensa, internándome en sus tramas con una sensación de hormigueo recorriendo mi piel, siempre con la conexión que me unía a ellas inalterable, firme, estable.
            ¡A ver si recupero esa conexión!

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6 comentarios:

  1. Bien hecho, pat!!! Me encantan tus últimos post...son tan tuyos :D A ver si recuperas esa conexión, aunque más bien tienes que reencontrarla porque estar, está ahí.
    Un beso enorme, guapa

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  2. ¡Es0o espero!!!! A ver si reaparece con fuerza y me lanzo a crear otra vez!!!!
    ¡Un súper beso!

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  3. Envidio y admiro tu tesón..., trabajas atiendes a tus peques, lees en periodo record.
    Te quedan horas?

    Un abrazo y sigue en esta linea. Yo enganchado a tú blog y libro jejeje..., pero no tengo esa capacidad lectora.
    Hasta mañana.

    Javier

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  4. jajaja. ¡No he dicho que soy hiperactiva!!!! En serio, siempre he encontrado tiempo para todo y todavía me sobra. Pero no hace falta que todo el mundo tenga mi capacidad lectora, con que la gente lea ya es suficiente.
    ¡Un beso y hasta mañana!

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  5. Hola Pat. ¡Realmente no conozco a nadie más hiperactivo y tenaz que tú! Me dejas boquiabierto. Pero... ¡ochenta libros como "deberes! No se que pretende exactamente tu agente. Entiendo que intenta que hacerte mejorar, pero ¿funcionará si tienes que leerlos como una obligación? Siempre he pensado que uno escribe sobre lo que le gusta leer y tiene como punto de referencia autores y libros que le marcaron.
    En tu caso parece ser El Ocho, aunque yo lo empezado y dejado tantas veces como tu lo has leido. Eso es lo de menos. Cada uno tiene sus preferencias. Se empieza emulando esas referencias y se evoluciona a partir de ellas. No conozco los títulos de esa montaña de libros, pero el solo pensamiento de tener que leerlos como una tarea escolar me pone los pelos de punta.
    Claro que si hay alguien capaz de hacerlo eres tu. Un saludo.

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  6. Sí anónimo, eso fue lo que me desanimó el viernes. ¡Ochenta libros! ¡Y de los que a mí no me encantan! ¡Parece que más que unos "deberes" sea un Máster en literatura! Pero tengo dos opciones: o leo y lo intento, o abandono. Y, la verdad, creo que debo intentarlo, aunque no sé yo la cantidad de libros de esa lista que seré capaz de leer tan rápido. De momento ayer cogí dos de la biblioteca, ¡a ver qué tal!
    Un saludo

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