Expertos

9:26 Pat Casalà 0 Comments

            Finalmente ayer pude contar con una visita al museo egipcio de Barcelona para hablar con una experta egiptóloga. ¡Es fascinante contar con el asesoramiento de personas versadas en las materias que mi interesan!
            Uno de los temas bastante recurrentes en mis novelas es la conexión de hechos actuales con los misterios del antiguo Egipto. La magia, la parapsicología, las cosas inexplicables que nos rodean, los secretos del pasado… ¡Hay tantas y tantas preguntas sin respuesta! ¡Tantos misterios en los que ahondar!
            De jovencita me pasé muchas horas libres estudiando todos los temas que ahora recojo en mis novelas. Muchos de los libros que ahora consulto los compré en aquella época, cuando sólo me nutría para ir almacenando datos en mi disco duro.
            Recuerdo cuando ponían las paraditas de libros de segunda mano en el Passeig de Gràcia y yo las recorría en busca de “tesoros”. Tenía la extraña sensación de que si rebuscaba entre ellos encontraría tratados sobre magia, Egipto, el Tarot… Libros con carisma, con alma, con mucho que enseñarme.
            Todavía conservo algunos de esos libros en la estantería del despacho de mi casa. Los guardo junto a otros que adquirí en librerías especializadas en temas esotéricos y cuando me bloqueo en algún capítulo los releo en busca de una inspiración repentina.
            En mi búsqueda de información, cuando tenía unos quince años, fui con dos amigos a visitar a una señora que se anunciaba en las páginas amarillas como tarotista y vidente, conocedora de los rituales mágicos más importantes y de la eficacia de los amuletos.
            Mis amigos y yo nos presentamos en su casa un viernes por la tarde, pagamos la cantidad de dinero previamente establecida por teléfono y nos sentamos a hablar con ella. Yo iba provista de una libreta y un bolígrafo, como una reportera dispuesta a llenar las lagunas en su investigación. Era una mujer entrada en la sesentena, con el pelo cano recogido en un moño sobre la nuca. Sus ojos me parecieron poco expresivos y su forma de hablar, de contestar con evasivas a nuestras preguntas, me decepcionó mucho. Salí con la libreta en blanco y con mis expectativas rebajadas a la nada.
            Al cabo de unos años, tras recopilar información y acumular experiencia, entendí que para corroborar los hechos necesitaba acudir a mejores fuentes. En esa época Internet no existía, y por aquel entonces yo ya me había decidido a abandonar mis aspiraciones literarias en pro de las matemáticas, así que lo dejé todo aparcado en un rincón.
            Sin embargo, ahora, cuando busco inspiración para una trama concreta o me inclino a investigar hacia una dirección, siempre cuento con la inestimable experiencia de esos anhelos juveniles y me nutro de muchas cosas que aprendí entonces. Y una de las mejores lecciones es que siempre hay que preguntar a los mejores.
            Por eso cuando me documento escribo muchos mails a los expertos en las materias que me interesan. Siempre los busco a través de la red, me leo artículos, reseñas, publicaciones,… ¡Todo aquello que me ayude a identificar a los mejores! Muchas veces no obtengo respuesta, otras consigo colaboraciones inestimables.
            ¡Gracias a todos los expertos que me han ayudado en alguna ocasión!

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