Uffffffffff

8:34 Pat Casalà 2 Comments

            Cada día, cuando me levanto y pienso en el tema que voy a tratar en el blog, intento no permitir que mis fantasmas se cuelen por los recovecos de las palabras que quedarán impresas a la vista de todos. Busco la inspiración y aliento a todas las maravillas de escribir a plasmar un post intenso.
            Hoy, sin embargo, quiero dar rienda suelta a algunas de las emociones reales que pueblan mi interior, aquellas que me frenan a la hora de continuar escribiendo la novela e inundan, literalmente, mis pensamientos de historias, tramas, personajes,…
            La triste realidad es que por mucho que me empeñe, en un acto infantil de negación, en no seguir aporreando el teclado, no puedo evitar tener una imaginación desbordante y una cabeza que no para de dar vueltas y más vueltas a la trama. A veces pienso que es como una maldición y me gustaría que alguien aletargara mi cerebro durante unos meses para descansar.
            En mi interior conviven dos bandos enfrentados: el de la razón, que me pide a gritos que me concentre en mi profesión real, la que me da dinero a fin de mes y que yo estudié por decisión propia, y la del corazón, que sigue soñando con ver los libros en la estantería del FNAC, con una cola infinita de gente que quiere que se los firme.
            Quizá el hecho de ser géminis alimenta esa dicotomía interior que no para de luchar. Es como aquellas representaciones de las películas en las que un ángel y un demonio acosan al protagonista en cada una de sus orejas para dejar constancia de sus opiniones.
            Creía que las cosas algún día serían sencillas. O un poco más fluidas. Durante los años en los que me decían que necesitaba mejorar mi técnica no paré de trabajar, con una dedicación casi enfermiza, con la ilusión y el deseo de mejorar como motor. Recuerdo que cada pequeño adelanto era una gran recompensa al esfuerzo, que cuando leía libros de otros autores los corregía instintivamente o los analizaba hasta exprimirles todo el jugo que daban de sí.
            La meta de alcanzar un léxico suficientemente bueno, de dar una coherencia a las palabras de manera que el texto no dejara al lector un regusto amargo o una mala sensación de no fluir con facilidad, me mantenía en pie, me ayudaba a ganar horas durante el día y la noche, a no desfallecer.
            Ahora todo es distinto. Tengo mucho material y pocas ilusiones. Por primera vez en años me planteo la posibilidad de no llegar nunca a ver los libros impresos. Es un mal momento para todos los sectores y yo me canso de esperar a la semana que viene que nunca llega, al mes que viene, al año siguiente…
           

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2 comentarios:

  1. animos que Roma no se hizo en dos días!!!

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  2. ¡Si ya lo sé!!!!! ¡Pero tampoco se tardó una eternidad en levantar los edificios!!!!! ¡Y los míos están empezando a sacar moho!!!!!!! ¡Besitos guapa!!!

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