Lo que me hace feliz (1ra parte)
Hoy he decidido dar un giro al blog y dedicar el post a enumerar la gran cantidad de cosas que me hacen feliz. ¡Hay tantas! A pesar de que mi deseo por llegar a dedicarme profesionalmente a la escritura parece que copa todo mi tiempo, tengo otras mil actividades diarias que me hacen sentir alegría.
Quizás lo primero de la lista sería tener a mi familia cerca. De pequeña soñaba con casarme y tener hijos joven. ¡Y lo he logrado! A pesar de la casi adolescencia de mi hijo mayor, Álex, y sus contantes pullas típicas de la edad, es un chico fantástico y es una maravilla tenerlo junto a mí. Mi niña, Irene, todo y tener un carácter un tanto fuerte (tiene a quien parecerse), es una niña muy cariñosa. Y mi marido… ¡bueno, ya le dediqué todo un post!
En segundo lugar está la escritura, pero no me voy a extender en ello. Sólo mencionar que cuando siento esas cosquillas en el estómago que acompañan a mi imaginación desbordante me encuentro ante la mayor explosión de felicidad a la que se pueda aspirar.
Y luego está mi gran pasión: el baile. Voy a clase tres veces a la semana y me encanta. ¡Es genial! Llegas a la clase, el profe pone la música y permites que todo tu cuerpo conecte con las notas y el movimiento. Casi podría decir que es la mejor terapia en todos los sentidos. Para una mente hiperactiva como la mía es increíble conseguir desconectar durante una hora y estar sólo pendiente de la métrica de los pasos. ¡Y para el cuerpo es un gran ejercicio! Hay quien me dice que cuando bailo parece como si mi mirada se perdiera en otro lugar, como si toda yo me trasladara a otra dimensión. La clase me arranca muchas sonrisas, de aquellas que te revitalizan.
Siguiendo con el orden de prioridades encontramos el sol. Soy cazadora de rayos profesional. ¡Me encanta tumbarme en una hamaca con mi ordenador en el regazo y tomar el sol mientras escribo! Siempre que nuestro astro rey asoma en el horizonte yo me preparo para disfrutar de la energía que me proporciona sentirlo acariciar mi piel. Cierro los ojos y escucho el silencio taimado que se forma en la atmósfera cuando reina el sol. Es un silencio distinto al de los días de lluvia, un silencio lleno de paz.
También estoy contenta de ir a trabajar. Quizás la gente no sabe apreciar lo que tiene hasta que lo pierde, como me pasó a mí. Tras dos años en el paro ahora me despierto con una vitalidad increíble al saber que tengo un lugar al que acudir, donde se valoran las horas que dedico a sacar adelante el departamento de administración y donde tengo unos compañeros fantásticos: jóvenes, felices y con una energía envidiable.
Y…. ¡Basta por hoy! ¡Si sigo va a ser imposible terminar! Así que voy a dejar el resto para otro día…. ¡Buen fin de semana!!!!
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