Ayutthaya

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hoy me despierto acompañada por el sol y la tranquilidad de que mis hijos ya van al colegio. Me parece mentira que sean tan mayores, cuando miro atrás y les recuerdo de pequeños… ¡Y ahora tengo uno en primero de bachillerato! ¡Increíble!
El cambio de escuela de mi hijo mayor parece que tendrá consecuencias positivas, aunque no se verá hasta que pasen unos meses… En el fondo me hace ilusión que asista al mismo colegio que iba yo de pequeña.
Ecos del Pasado continúa en una posición generosa dentro de las listas de Amazon, algo que me da alegrías diarias, de aquellas que me llenan de energía positiva y me demuestran que vale la pena luchar por conseguir tus sueños. Mi nueva novela va viento en popa, ya llevo ciento doce folios escritos y me gusta mucho cómo queda. ¡A ver dónde me lleva la trama!
Nos quedamos cenando en el MBK…
Al día siguiente teníamos una excursión programada desde Barcelona. Nos recogió en el hotel una guía nativa, que hablaba un español muy fluido. Era temprano y estábamos entusiasmados con la visita a Ayutthaya, las ruinas de la antigua capital, considerada patrimonio de la humanidad.
Salimos de Bangkok con una ban, acompañados de una familia vasca simpatiquísima, con dos hijos, una chica de dieciocho y un chico de quince. Me pareció curioso, desde el principio del viaje había buscado adolescentes entre los viajeros y los míos parecían los únicos del lugar.   
La primera parada fue en el palacio de verano (Bang Pa-In). Es un conjunto de edificios de aire occidental que en el pasado era la residencia que los reyes utilizaban para pasar las vacaciones. El recinto está cuidado, es precioso y ofrece una idea bastante clara de cómo vivían en esa época. Nos pidieron que nos vistiéramos adecuadamente: con las piernas y los hombros tapados.
Tras unos minutos en la ban llegamos a las ruinas de Ayuthayya. ¡Me impresionaron! Han sobrevivido de manera increíble al paso de los años y se alzan magníficas en un lugar amplio.
Nos hicimos la foto reglamentaria con la cara que sobresale de las raíces de un árbol, caminamos por una zona donde te imaginas con facilidad cómo era en el pasado, nos empapamos de la cálida sensación de transportarnos a otra época, donde nada era como ahora.
Terminamos la visita en el gran buda reclinado que no se conserva como el de Bangkok, pero es una pasada. Grande, de piedra, en medio de un prado donde lo contemplas en todo su esplendor…
Nos faltó visitar la avenida de los budas, en vez de eso la guía nos llevó a ver un templo como una de tantos… Eso me pareció fatal, me hacía ilusión caminar por ese lugar lleno de estatuas… Desde luego me di cuenta de que mejor reservarlo todo directamente en Bangkok…
¡Feliz día! J

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