Frutas tailandesas y barrio chino

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Al final ayer salió el sol para iluminarnos el día. Yo me pasé muchísimas horas frente a la pantalla de mi Mac al salir del trabajo, con la mente enredada en la última novela y unas ideas que cambian radicalmente la trama que se plantea al principio. ¿Romántica de suspense? ¿O suspense con romántica? En este caso es cincuenta, cincuenta… Empezamos con una historia amorosa que a mitad de la narración se convierte en novela negra. ¡Cómo me gusta tejer estas tramas!
Frutas tailandesas
Acabo de leer la reseña de Ecos del Pasado escrita por Xula, la administradora del blog Caminando Entre Libros. Es precioso saber que las personas que me leen desde hace tiempo consideran un cambio positivo en mis historias, aunque señalen que la premeditación en la trama amorosa de Jessie y Noah sea un factor a mejorar. Sé que con sus comentarios mis actuales novelas tienen un toque de credibilidad.
El buda de oro
Ayer nos quedamos en la vuelta del mercado de Chatuchak, perdidos en medio de Bangkok. El conductor del tuc-tuc no quiso llevarnos al hotel si no le dábamos más dinero y nosotros nos negamos, así que ya nos veis bajándonos del vehículo y buscando una alternativa. La mejor opción fue ir a la recepción de un hotel cercano y solicitar que nos buscaran un taxi, con el que pactamos una cantidad.
Al final llegamos al Shangri-La, cansados y con ganas de un chapuzón en la maravillosa piscina con vistas al río. Nos tumbamos en las hamacas a disfrutar de un ratito de relax, acompañados por el agua con hielo y limón que te sirven los camareros. Una hora y media después subimos a ducharnos. En la habitación había una cesta de fruta tradicional tailandesa, junto con un librito que te explicaba sus
Preparando el pad thai
características en inglés. Como teníamos hambre la probamos. Mmmmm, los plátanos son más pequeños, pero están muy dulces. El langsat es un fruto pequeño, redondo y de color marrón claro por fuera, al abrirlo te encuentras con una especie de uva con un gran hueso que está un poco ácida. Lo que más me gustó fue el Rambután, una fruta redondeada, de color rojo, con púas gordas y largas, que en su interior esconde un delocioso manjar parecido al lichi, muy dulce.
Tras la degustación nos fuimos de visita al barrio chino. Cogimos un taxi en la recepción del hotel y le insistimos para que pusiera el taxímetro, algo importantísimo si no quieres que al final del trayecto te exijan un precio desorbitado.
Pad thai
Empezamos nuestra visita por el templo Wat Traimit, donde se sitúa el buda de oro macizo más importante del mundo. He de admitir que impresiona, lo tienen dentro de una zona restringida al público, en la que únicamente pueden entrar los monjes, pero desde fuera aprecias su fuerza.
Después callejeamos por el barrio, descubrimos su vivacidad, su mundo agitado, sus entrañas. Teníamos hambre, así que encargamos unos Pad Thai en una parada en la calle y nos encantaron. ¡Fueron los mejores del viaje! ¡Y encima solo costaban cuarenta y cinco baths (un euro y poco)!

¡Feliz día! J

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