Llegada a Chiang Mai

7:07 Pat Casalà 0 Comments


¡Buenos días! Pensar, decidir, pensar otra vez y tener aquella sensación en el estómago que indica pánico e ilusión a partes iguales. Regresamos a un punto anterior, donde la realidad asoma por cada segundo y las malas costumbres luchan por tomar el control. Así que hasta aquí llega la paciencia, la confianza y mi capacidad de creer en algunas personas.
Por las calles de Chiang Mai
Pienso continuar con mi sonrisa diaria, sin esperar lo que está claro que no llegará, con la ilusión del éxito inesperado de Ecos del Pasado, de la publicación en octubre de El Secreto delas Cuartetas, de las ideas que tengo para terminar PELN, de las ilusiones para cambiar algunos aspectos de mi vida profesional y de la energía suficiente para encontrar una vía alternativa. Y es que a veces hay una gota que colma el vaso…

Volvamos a Tailandia…
Nos quedamos cenando en el Bang Chiang. Esa noche nos dormimos temprano, después de preparar las maletas para volar al norte. Me dio pena abandonar Bangkok, me gustó esa ciudad inmensa y bulliciosa, con tenderetes por todas partes, calor, mercados, paseos en barca por el río, templos impresionantes…

Templo en Chiang Mai
A la mañana siguiente nos dimos un banquete en el buffet del desayuno, subimos a la habitación, acabamos de prepararnos y, media hora antes de la prevista, nos llamaron desde recepción para avisarnos de que nuestro transfer había llegado. Esta costumbre de los tailandeses me molestó, siempre llegaban mucho antes y no estábamos preparados…
La espera en el aeropuerto secundario de Bangkok, Don Muang, fue larga y tediosa. Suerte que Nok Air te ofrecía wifi gratis… Finalmente embarcamos en un avión y en menos de una hora aterrizamos en Chian Mai. Allí nos esperaba una ban que nos dejó en el hotel.
¡Qué decepción! Solo entrar en la recepción del Centara Duangtawan ya nos dimos cuenta que era como entrar en una película cutre de los años setenta sobre la guerra fría. Destartalado, anticuado, oscuro… Como los edificios de la Unión Soviética de antaño…

Interior de templo
Una vez en la habitación nos deprimimos, veníamos de la maravilla del Shangri-La y esa gran estancia con una decoración demodé y tristona nos pareció horrible. Deshicimos las maletas y salimos a la calle, tras comprobar que el wifi tampoco funcionaba bien… En fin…
Paseamos por el centro de la ciudad hasta encontrar un bar llamado Dada Kafe. Teníamos hambre, eran las cuatro y solo habíamos tomado el tentempié del avión. Y nos lanzamos a tomar platos occidentales mientras conectábamos los teléfonos al wifi e informábamos en casa de que estábamos bien.
Después nos dedicamos a la tarea de contratar las excursiones. La Providencia quiso que acabáramos en Mundo Thailand Tours, donde nos encontramos a Apichit, a quien llamábamos Kid, que nos hablaba en español. Nos ofreció unos tours a medida que encajaban muchísimo con nuestros planes. ¡Y encima con su compañía como guía durante los tres días de estancia! Nos encantó la idea…
¡Feliz día! J



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