Shangai Mansion y el Harmonique
¡Buenos días! Parece que hoy el
día es precioso y que tiene ganas de llenarnos de instantes maravillosos.
Mañana es fiesta en Cataluña, así que hoy es como un viernes, con otro viernes
en dos días. Mi plan para mañana es quedarme metida entre las sábanas hasta
tarde, tecleando, dando vida a Sussie y a Ernesto en sus peripecias
detestivescas…
En el barrio chino |
Me gusta escribir, contar
historias, inventarme las tramas para dejar vagar la imaginación por otros
mundos donde todo es posible. En este último mes, además de pasearme por
Tailandia, he conseguido redactar noventa folios de una novela que me tiene
atrapada… ¡A ver dónde conduce el hilo de la trama!
Hay instantes en los que me
planteo muchísimas cosas, como la necesidad de avanzar hacia un lugar definido,
de dar un paso de gigante y alcanzar un pedacito de ilusión. Viajar a un país
tan diferente del nuestro, con una serenidad pausada, sin tanto estrés a nuestro
alrededor y un sinfín de sintonías melódicas que te transportan a la paz
absoluta me ha enseñado a ver la realidad desde otro ángulo.
Me he marcado nuevas metas,
unas plausibles y emocionantes. Ahora me toca recorrer el camino inicial,
saltar los primeros obstáculos y lanzarme de cabeza a los riesgos inherentes a
la situación.
En el barrio chino |
¿Pero qué es la vida sin un
riesgo? El mundo es de los valientes, no de los que se quedan sentados en el
sofá esperando a que les caigan las cosas del cielo. Así que voy a andar hacia el
futuro con emoción, a rescatar planes aparcados para redescubrir la senda de la
emoción.
Ufff, que rollera estoy hoy…
Vale, volvamos al maravilloso mundo de Bangkok…
Nos quedamos en el fabuloso pad
thai del barrio chino, sentados en unas mesas de plástico en la calle, con la
vista puesta en la vivacidad de la zona. Callejear por esos recovecos llenos a
rebosar de paraditas es una gozada, hay ambiente, cantidad de gente que camina,
un montón de tenderetes, tiendas, puestos ambulantes.
Mi hija se había olvidado el
cepillo de pelo en Barcelona y nos fijamos como objetivo del día encontrar uno.
Pero, a pesar de que entramos en más de una docena de tiendas, no hubo manera
de encontra
rlo. De hecho estoy pensando en titular un post: «en busca del
cepillo imposible», porque no sé cómo se peinan las tailandesas… ¡Es que no lo
encontramos hasta que llegamos a Phuket! ¡Y fue en una peluquería para
turistas!
El Harmonique |
Nos paramos a visitar el hotel
boutique que habíamos reservado al principio, el Shanghai Mansion. Es una
maravilla, un oasis de paz en medio del barrio chino para parejas. Nos encantó,
pero también nos dimos cuenta de que nuestra elección final fue más acertada,
porque la piscina y la ubicación del Shangri-La eran puntos a su favor.
Cuando cayó la noche nos fuimos
a un restaurante recomendado por una amiga que vivió en Bangkok siete años: el Harmonique,
un local precioso donde comimos súper bien.
¡Feliz día! J
0 comentarios: