Tourist boat y Samboon Seafood
¡Buenos días!
Hoy tengo ganas de la magnífica clase de baile de la mano de Alberto a las once.
Desde que volví a empezar en el gimnasio la semana pasada mi cuerpo pide a
gritos ponerse en forma, y no se lo voy a negar.
Ayer las mil
tareas pendientes ocuparon mi día, por suerte conseguí finiquitar todas ellas y
ahora estoy libre de obligaciones durante un tiempo. ¡Genial! Así buscaré la
inspiración perdida para la historia que tengo entre manos e intentaré
convencer a mi cerebro inquieto para corregir DUO y otras novelas.
Regresemos a
Bangkok… Nos quedamos en el embarcadero, acurrucados bajo el techo para
protegernos de la copiosa lluvia que caía sin cesar. La verdad es que como en
cualquier ciudad turística en Bangkok estás expuesto a los «timos» y nosotros
no nos escapamos de uno, a pesar de que conocíamos el engaño a la perfección.
Esperábamos el
ferry barato apostados bajo la estructura de metal que nos resguardaba del
aguacero. Unos señores empezaron a decirnos en inglés que ya venía, pero
nosotros vimos que no era el barco con bandera naranja y ya habíamos leído que
si te subías a otro valía tres veces más. El express boat (bandera naranja) vale quince baths por persona, mientras
que el tourist boat (bandera azul)
son cuarenta baths por el mismo recorrido.
Gambas al ajillo |
Finalmente,
tras discutir un poco con unos de los señores que había en el muelle, subimos
al barco turístico junto a una marabunta de personas. La parte interior estaba
abarrotada, por lo que decidimos quedarnos en cubierta. Fue difícil aguantar en
ese lugar, la señora que cobraba los billetes no paraba de decir en voz alta:
«go inside, go inside…». Nos vino a regañar varias veces, insistiendo en que
nos fuéramos dentro con un poco de mala uva y algún que otro empujón. La verdad
es que me sentí fatal, pagamos tres veces más de lo normal y encima querían
hacinarnos como a sardinas en lata.
Dorada con salsa de pescado dulce |
Una vez en la
habitación nos duchamos, miramos la ruta para llegar a un restaurante que
teníamos anotado, nos arreglamos y caminamos hasta la estación del skytrain. Fue una experiencia nueva
comprar los billetes en una máquina con monedas (en la taquilla te dan cambio)
y subir al andén. Miramos bien la dirección, parecía que estábamos en la vía
correcta, pero al subir al tren descubrimos que íbamos al revés. Dimos la
vuelta e investigamos la razón de nuestro equívoco: ¡La misma vía era de doble
dirección! Un señor muy amable nos indicó que debíamos escuchar el destino que
anunciaban por megafonía antes de subirnos a un vagón, y así lo hicimos.
Cangrejo al curry con gambas |
¡Feliz día! J
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