Tourist boat y Samboon Seafood

9:09 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hoy tengo ganas de la magnífica clase de baile de la mano de Alberto a las once. Desde que volví a empezar en el gimnasio la semana pasada mi cuerpo pide a gritos ponerse en forma, y no se lo voy a negar.
Ayer las mil tareas pendientes ocuparon mi día, por suerte conseguí finiquitar todas ellas y ahora estoy libre de obligaciones durante un tiempo. ¡Genial! Así buscaré la inspiración perdida para la historia que tengo entre manos e intentaré convencer a mi cerebro inquieto para corregir DUO y otras novelas.
Regresemos a Bangkok… Nos quedamos en el embarcadero, acurrucados bajo el techo para protegernos de la copiosa lluvia que caía sin cesar. La verdad es que como en cualquier ciudad turística en Bangkok estás expuesto a los «timos» y nosotros no nos escapamos de uno, a pesar de que conocíamos el engaño a la perfección.
Esperábamos el ferry barato apostados bajo la estructura de metal que nos resguardaba del aguacero. Unos señores empezaron a decirnos en inglés que ya venía, pero nosotros vimos que no era el barco con bandera naranja y ya habíamos leído que si te subías a otro valía tres veces más. El express boat (bandera naranja) vale quince baths por persona, mientras que el tourist boat (bandera azul) son cuarenta baths por el mismo recorrido.
Gambas al ajillo
Teóricamente el de bandera azul no podía parar en nuestro embarcadero, pero lo hizo. Normalmente no hay nadie de la compañía en el muelle, pero ese día había dos personas que te indicaban que subieras al barco con bandera azul. Nosotros hicimos cálculos y nos pareció que por dos euros y medio valía la pena coger el barco, aunque nos pareció increíble que te puedan engañar así.
Finalmente, tras discutir un poco con unos de los señores que había en el muelle, subimos al barco turístico junto a una marabunta de personas. La parte interior estaba abarrotada, por lo que decidimos quedarnos en cubierta. Fue difícil aguantar en ese lugar, la señora que cobraba los billetes no paraba de decir en voz alta: «go inside, go inside…». Nos vino a regañar varias veces, insistiendo en que nos fuéramos dentro con un poco de mala uva y algún que otro empujón. La verdad es que me sentí fatal, pagamos tres veces más de lo normal y encima querían hacinarnos como a sardinas en lata.
Dorada con salsa de pescado dulce
Por suerte conseguimos llegar muelle del hotel sin movernos ni un ápice de nuestro sitio. Si vais a Bangkok, cuidado con el barco…
Una vez en la habitación nos duchamos, miramos la ruta para llegar a un restaurante que teníamos anotado, nos arreglamos y caminamos hasta la estación del skytrain. Fue una experiencia nueva comprar los billetes en una máquina con monedas (en la taquilla te dan cambio) y subir al andén. Miramos bien la dirección, parecía que estábamos en la vía correcta, pero al subir al tren descubrimos que íbamos al revés. Dimos la vuelta e investigamos la razón de nuestro equívoco: ¡La misma vía era de doble dirección! Un señor muy amable nos indicó que debíamos escuchar el destino que anunciaban por megafonía antes de subirnos a un vagón, y así lo hicimos.
Cangrejo al curry con gambas
Finalmente llegamos al Samboon Seafood, un restaurante sin pretensiones estilísticas, con cuatro pisos y repleto de gente, sobre todo de lugareños. Realmente valió la pena la recomendación, ¡la comida estaba de lujo! En este restaurante no puede faltar el cangrejo al curry con gambas, la dorada a la salsa de pescado dulce ni las gambas al ajillo. También pedimos calamar a la plancha, pollo para los niños, arroz frito y un par de platos más. Una cosa que nos llamó mucho la atención fue que se comía con las manos…

¡Feliz día! J  

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