La voz (la trama 16)
¡Estoy enganchadísima a mi libro de lectura! No os podéis imaginar el trabajo que me cuesta pausar las horas para leer y no engullirlo todo de golpe, como suelo hacer. Cero que este ejercicio me puede beneficiar a la hora de no estresar las novelas, ya que si logro contener esa ansia de saber qué va a pasar y la centro en analizar los tiempos, el ritmo y la escritura, seguro que yo misma me relajaré a la hora de contar historias. Aunque tengo unas ganas locas de continuar leyendo….
En un mundo perfecto, uno de aquellos que mi mente teje para mí, me encantaría repartir el tiempo entre la escritura y la lectura, vivir de mis libros, pasarme el día creando y absorbiendo otras creaciones, moldeando personajes y circunstancias. Pero la realidad es muy distinta de los sueños y, la verdad, también es una agradable realidad. A ver si la crisis no lo estropea todo,….
Desde luego mi capacidad literaria aumenta cuando las obligaciones cotidianas no ahogan el tiempo que me queda para escribir. He corregido más de la mitad de La Baraja con mucha dedicación, me he leído cuatro veces cada capítulo antes de darlo por terminado y me sorprendo constantemente pensando en fallos o carencias en los anteriores, por eso vuelvo a ellos. He pensado mucho en los cofres y he adelantado la historia en mi cabeza. He leído casi dos libros. E incluso os dejé un post con varios interrogantes acerca de nuestros orígenes, de nuestro futuro, de la vida en el espacio… ¡Genial!
Hoy toca continuar con la trama.
… Cuando Eduardo entró en la habitación del hotel se encontró con Andrea tiritando de frío ante la televisión, con el pelo chorreando sobre su piel desnuda, creando regueros de agua que se fundían en el suelo, en un charco alrededor de sus pies descalzos. Su mujer parecía catatónica, con la mirada fija en la pantalla, los ojos extremadamente abiertos, casi sin parpadeos, la boca abierta de par en par, con la palma de la mano izquierda posada en ella, como si quisiera taparla. El dedo índice de la mano derecha apuñalaba el aire en dirección a la televisión, como si en su posición pétrea quisiera señalar algo que la había dejado conmocionada, con el vello en punta, el cuerpo presa de tembleques y la respiración un tanto entrecortada.
El médico corrió al baño a buscar una toalla con la que envolver a Andrea. La arrulló como a un bebé mientras no cejaba en el empeño de bombardearla a preguntas para entender qué le sucedía. Su mujer era una persona tranquila, con carácter sosegado, nunca se alteraba por nada y solía ser un tanto reservada para sus cosas.
La llevó a la cama con dificultad, los pies de Andrea parecían adheridos al suelo con pegamento y sus piernas dos bloques de acero que costaba un mundo mover del sitio. A pesar de la alarma en la voz de Eduardo y de sus preguntas urgentes, la chica estaba muy lejos de ahí, perdida en recuerdos olvidados, en un torbellino de imágenes que se mezclaban con aquella voz de mujer que había escuchado en la tele, con la cadencia melódica que la llevaba a otros tiempos, a un momento de angustia feroz y mucho dolor. A escuchar gritos, histeria, lloros descontrolados.
-¡Andrea! -Le gritó por cuarta vez Eduardo una vez consiguió sentarla a los pies de la cama, abrazándola por los hombros-. ¿Qué te pasa?
Ella reaccionó. Parpadeó cuatro veces y unas lágrimas cristalinas se encargaron de resbalar impunes por sus mejillas pálidas y perderse en la comisura de sus labios llenando la boca seca con un sabor salado.
-El fuego…mis padres…la casa -tableteó sin lograr centrar sus palabras ni sus pensamientos-. ¡Esa voz! ¡Hay algo en esa voz!
Eduardo la atrajo hacia sí, la envolvió con sus brazos y le frotó la espalda para ayudarla a entrar en calor, sin entender qué le estaba diciendo. Había conocido a Andrea un día muy lejano, una noche en Transilvania, en un Inter-rail con los amigos de la facultad. Aquella noche se había perdido del grupo justo cuando salían de visitar el castillo de Vlad el Empalador, y cuando divisó el fuego a escasa distancia su instinto lo llevó a la casa en llamas donde la rescató.
Andrea estaba en el salón, hecha un ovillo, gritando de miedo y angustia, con las llamas rodeándola, en estado de shock. Eduardo escuchó sus lamentos cuando llegó al lugar y sin pensárselo dos veces había tirado su mochila al suelo, la había abierto y se había rodeado el cuerpo con la toalla que llevaba dentro. Con una súbita determinación había pataleado la puerta hasta que cedió y se había abalanzado entre las llamas para sacar a volandas a la joven que se había quedado paralizada de miedo y terror.
Una vez en el exterior Andrea se había desgañitado hablando de sus padres y hermanos, quienes todavía estaban en la casa, pero justo cuando Eduardo había intentado volver a entrar el piso de arriba se vino abajo y la casa ardió con mayor intensidad. Andrea se había desmayado al descubrir la realidad, que había perdido a su familia y cuando despertó tres días después en el hospital, con Eduardo a su lado, no había sido capaz de recordar nada del incendio….
Pat! Me gusta mucho, pero no estoy de acuerdo, como te he comentado, en que alguien que ha sufrido lo de Andrea fuera a actuar así. Por ejemplo, es imposible que sea una persona tranquila (siempre). Yo creo que su reacción debería ser más tranquila, no tanto como un estado de shock, sino como una lucecita que se enciende en la cabeza. No sé que pensará J.Antonio ( que el tb opina mucho sobre estos temas), quizá sea la única que lo ve demasiado exagerado...Un beso y disfruta la ultima semana!!
ResponderEliminarHola Pat!! Bueno, primero tengo que decir que no me gusta hacer critica, la gente se mosquea enseguida y sé de algunos que han perdido amistades por leer manuscritos de otros y dar una sincera opinión. M piensa que la reacción de Andrea es exagerada. Tiene un poco de razón. Al fin y al cabo sólo ha captado una voz que le suena familiar. Pero, por lo que he leido hasta ahora, eso forma parte de tu manera de escribir, los personajes están casi siempre al borde de un colapso. A mi me gusta ese estilo "estresante" pero debe medirse bien, y supongo que es lo que ahora estás corrigiendo en La Baraja.
ResponderEliminarAh, y disfruta los libros, mujer, ¡no los devores como una especie de Terminator! Lees y escribes a cien por hora. ¡Unos tanto y otros tan poco!
Saludos!!
¡Buenos días a los dos! José Antonio, a mí me encantan las críticas y no suelo mosquearme si se hacen con buen tono, a pesar que sean negativas. Cuando yo escribo tiendo a hacerlo con la inspiración del momento y muchas veces paso cosas por alto. Siempre he apreciado lo que se me sugiere y que la gente me de su sincera opinión, puesto que esa es la actitud para mejorar. Luego valoro sus sugerencias y formo mis propias opiniones.
ResponderEliminarM., quizás es un poco exagerada la reacción de Andrea. La he presentado así porque mi idea es que su forma de ser sosegada y tranquila esconde un trauma angustioso que sus recuerdos han bloqueado (saber que su hermana prendió fuego a la casa y que intentó matarla a ella también). La voz de Úrsula abre una brecha en sus recuerdos, una brecha que la devuelve al estado de shock del día del incendio. Y entonces todos los recuerdos que su mente había bloqueado para evitar el dolor de enfrentarse a los hechos eclosionan al descubrir algo que los despierta, una voz de mujer, una voz que la transporta a aquel momento y le devuelve la ansiedad y el miedo, una voz que construye un puente en su mente para retroceder en el tiempo, una voz que abre su caja de Pandora particular. ¿Te sigue pareciendo exagerado? Dame una opinión sincera, please.
¡Un beso a los dos! Y sobre todo, ¡muchísimas gracias por estar ahí!
Bueno Pat, supongo que tienes tus razones para creer que si sufrieras esas circunstancias actuarías así. Depende mucho de la forma de ser del punto de vista. Yo creo que mi carácter habitual sería siempre un poco raro (muy asustadiza, con alguna fobia a algo muy común como los cigarillos o algo así) y sin embargo al escuchar la voz hubiera negado hacia mi misma creer saber de donde viene. Pero tus argumentos me convencen y sobre todo leo entre lineas que hay un montivo para darle a Andrea un carácter así, tú que tienes la trama tejida ya en tu cabecita. Disfruta los 4 días!!
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