El día de los noes
¡Buenos días! Brrrrr, ¡qué frío!
Parece que este año las temperaturas se resisten a mantener una línea adecuada
para la época… Con lo que me gusta el entretiempo…
Ayer fue el día de los noes.
Recibí un par de negativas que acepté con una entereza envidiable. Soy muy
feliz por esa reacción, sin agobios ni autocríticas. Hace menos de dos años
esta realidad me hubiera sumido en una espiral de mal rollo, con reprimendas
internas y un análisis profundo de las causas que llevaron a ese email y a esa
llamada de rechazo, en cambio ahora veo las cosas completamente diferentes. Se
han de recibir muchísimos noes para obtener un sí.
La vida sigue, el globo continúa
girando sin detenerse, llevándose las agujas del reloj hacia una hora distinta.
Hay tantísimos instantes a los que exprimir su jugo… Quiero caminar hacia el
futuro incierto con una sonrisa, sin permitir que la sobra de lo que no puede
ser eclipse lo que es.
A veces necesitamos una época de
introspección para descubrir la maravillosa esencia del entono que nos
acompaña. Es importante dimensionar cada deseo de manera equitativa, sin
permitir que se adueñe de nuestro anhelo de manera feroz.
Adaptarse a la realidad, no trazarse
metas demasiado elevadas, sin renunciar a algunas más plausibles, es la mejor
manera de ver la vida. A mis hijos siempre les insto a valorar lo que tienen, a
ponerse un techo de aspiraciones realista, a disfrutar de lo que la vida les
ofrece.
En el trascurso de una carrera
profesional hay muchísimos momentos en los que no logras tus propósitos, aunque
a veces te quedas a pocos metros de ellos. No hay que desanimarse, solo disfrutar
del sendero que has dejado atrás y ser feliz por los méritos conseguidos.
Quizás algún día será el de los
síes… Nunca se sabe qué te depara el destino ni si la Providencia ha reservado
un pasaje a la luna de tus sueños, pero no hay que desanimarse ni pensar en lo
que podría ser y resulta que no ha sido.
Estoy orgullosa de mis logros, de
la manera valiente en la que actualmente enfrento los escollos, en la ilusión que
subyace de cada instante, de la emoción de dejarme seducir por las vidas de mis
personajes, del entorno que configura mi existencia plácida y perfecta.
Nunca pensé que esa paciencia que
quería comprar un día vendría a mí sin esfuerzo. No he abandonado la
perseverancia ni mis deseos, solo he rebajado la intensidad con la que
anhelaba, he aparcado las esperas interminables que solo conseguían traer
ansiedad y he aprendido a acatar las negativas sin que me duelan. Es un paso
grandísimo hacia la felicidad.
¡Feliz día! J
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