Sin esquemas
¡Buenos días! Esta mañana se
respira serenidad en casa, es como si los dos días en la montaña hubieran
alcanzado Barcelona con su místico silencio, apenas roto por el canto de los
pájaros.
Hacía demasiado tiempo que no
subía a mi casa de la montaña. Entre los compromisos familiares, los trabajos
de mis hijos para la escuela y el viaje a China de mi marido, apenas he contado
con tiempo de dejarme seducir por el ritmo pausado y perfecto de La Cerdanya.
Al fin avancé con la nueva
historia, con la sensación de que la trama se forma despacio en mi mente,
construyendo un mundo donde la realidad se difumina en un camino pavimentado. No
puedo asegurar que la inspiración se quede asida a mí durante días, solo que de
momento vislumbro la idea de manera más intensa que antes.
Ir despacio es positivo, nunca lo
he logrado… Cuando empiezo a escribir una novela hay un momento en el que
necesito averiguar qué pasará después y entonces mis horas libres giran en
torno a ese anhelo, llevándome frente al ordenador una y otra vez, con el deseo
imperioso de continuar escribiendo, como si los personajes se hubieran adueñado
de mi presente.
Esa simbiosis perfecta entre el mundo
imaginario y el real es lo que me encanta de la escritura, la capacidad de
sentir las emociones ajenas como propias, de darles la oportunidad a los
personajes de dirigir los hilos de su historia, de no guiarme por esquemas
prefijados ni por ideas estáticas.
Si analizamos esta última
afirmación nos damos cuenta de que no cuadra con mi manera organizada de llevar
la vida real, siempre encuadrada dentro de hojas de ruta meditadas, con poco
margen a la improvisación. Así es mi trabajo remunerado, mi manera de organizar
el día a día en casa, incluso soy de las que siempre quieren una taquilla
determinada en el gimnasio o una silla concreta a la hora de comer…
En cambio, cuando me siento
frente al ordenador mi visión de la realidad se modifica, dando rienda suelta a
las contingencias que aparecen, no delimitando la historia, siguiendo los pasos
de mis ideas. Quizás es mi mente la que acaba de dar forma a las tramas, es muy
posible que esa tendencia a esquematizar cada instante tome cuerpo en mi cabeza
cuando escribo y sea ella la que mueve los hilos de las historias.
Me gusta idear las vidas de los
personajes, ser yo quien les dé una continuidad en el papel, pasarme horas
soñando despierta mientras vivo experiencias intensas. ¡Qué increíble es esa
sensación! No quiero perderla por nada del mundo…
¡Feliz día! J
El método espontáneo y nada esquemático de trabajo intelectual que utilizas para crear, es ideal para confeccionar historias eróticas, surgidas súbitamente como la necesidad de satisfacer un instinto perentorio; simplemente lo haces y te dejas llevar por la pasión que ha secuestrado tus sentidos y que tan bien sabes transmitir a tus lectores cuando cierras los ojos de la puritana reflexión de los guiones prestablecidos para dar paso al climax intenso y, prolongado de la inspiración del momento.
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