Sequía creativa
¡Buenos días! Llegamos al viernes
con un sinfín de momentos que componen la semana. Mi marido por fin llegó de
China, ayer celebramos los setenta y cinco años de mi suegra y mis hijos
parecen un poco más centrados… ¡A ver si siguen así!
En el plano literario sigo en
blanco, no hay manera de que mi cabeza elija una historia para contar, así que aprovecho
el tiempo preparando propuestas, releyendo sinopsis y buscando otras
actividades alternativas para llenar las horas que antes dedicaba a teclear sin
tregua.
Tengo buenas vibraciones, creo
que tarde o temprano encaminaré una parte importante de mi futuro. Mis
pensamientos deambulan por varias decisiones postergadas, espero que llegado el
momento tome las correctas...
En los cursos de técnicas de
escritura te hablan de cómo estructurar una novela, de los diferentes tipos de
narradores, de los esquemas previos, de las fichas de los personajes… Me
parecen herramientas muy útiles que yo soy incapaz de utilizar.
Para mí escribir una novela
significa sentir la emoción de cada instante y permitir que la trama me
sorprenda. Últimamente tardo una media de tres meses en acabar una, a pesar de
las horas que dedico a trabajar, a la casa, a la cocina, a los chicos…
No me valen los esquemas ni las
fichas, solo la intuición. Es como si en mi interior se formara una madeja de
hilo y lentamente fuera desenredándose, dándome ideas, instantes y muchas pistas
para llegar a un desenlace en condiciones.
Una de las ventajas de trabajar
así es la motivación que subyace del avance de la trama, la necesidad de
dirigir los hilos de los personajes, de saber qué les pasará o cómo resolverán
sus problemas. Con el tiempo he aprendido a valorar esas cosquillas en el estómago
que me alcanzan cuando encuentro la inspiración, como si me indicaran la
emoción intensa de erigirme en la única capaz de descubrir el futuro del elenco
de personas que moran en las novelas.
Muchas veces necesito volver
atrás en el manuscrito para adecuar algo del principio a la nueva idea y,
cuando termino de escribir, las dos o tres vueltas rápidas que le doy son para
arreglar esos flecos de concordancia.
La experiencia me indica que si
fuerzo la necesidad de escribir las historias no valen nada ni consiguen
nutrirse de sentimientos. La mejor terapia para los momentos de sequía creativa
es ocupar la mente en otras actividades que me llenen, tarde o temprano tendré
una idea brillante a la que dar forma en el papel.
¡Feliz día! J
Hola Pat, siempre he pensado que con imaginación y sensibilidad, cualquiera podría escribir historia, muy pocos sabrian de verdad contarlas y solo unos cuantos lograrían llegar a transmitirlas. Tu tienes las tres cosas: escribes, cuentas y transmites. Lo demás solo es una cuestión de tiempo, los escritores difícilmente nos quedamos en blanco aunque a veces nos parezca que la inspiración este dormida. pero siempre esta ahí, en una sonrisa, un caminar cansado, el sonido de la lluvia, una palabra lejana y de repente.... Una idea empieza a germinar y todo cobra sentido. Solo hay que observar Y escuchar
ResponderEliminarEstoy segura que “esa llamada" te llagara , solo tienes que seguir confiando en ti
Suerte!
Un saludo
Inma
Escritora
Muchísimas gracias por tus palabras, Inma. Estoy convencida de que la inspiración regresará, solo necesita unos días de vacaciones... ¡Te mando un beso!
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