La inspiración
¡Buenos días!
El silencio de la mañana solo se ve empañado por el aullido de un perro en la
cercanía. Por fin se calla y vuelvo a respirar un ambiente sosegado y sereno,
con los armoniosos cantos de los pájaros acompañando el sonido de las teclas
del ordenador.
Ayer exploré
mi nueva idea para una novela, pero parece que no cuaja, no acabo de verlo ni
me apetece escribir esa historia, por muy clara que esté en mi cabeza. Hay
veces que me pasa, es como si la inspiración me hubiera dejado seca con las
historias anteriores y ahora no le apeteciera involucrarme en una aventura
literaria.
¿Cómo funciona
la inspiración? Ufffff, si lo supiera no cejaría en el empeño de cuidarla con
algodoncitos, porque los periodos que me enfrento a su sequía me cuesta un
mundo no tensionarme. Los minutos libres se convierten en una agonía, sin
frases que tejer ni personajes a los que dar vida…
Hay instantes
en los que la inspiración es una manantial que brota sin pausa, la idea para
una novela mana con tanta fluidez de mis pensamientos que incluso me ahoga.
Este verano me sucedió, el primer día de vacaciones tuve una idea poderosa,
cogí el ordenador y empecé a teclear sin atender a la hora ni a las otras
actividades lúdicas. En cuatro días tenía sesenta folios escritos…
Cuando me subí
al avión de Emirates que debía llevarme hasta Bangkok abrí el Mac en la bandeja
de mi asiento y me pasé diez horas escribiendo sin detenerme. Tenía que avanzar
en esa historia, era importante para mí darle forma.
Los dieciséis
días de viaje aparqué el ordenador, solo lo cogí cuando hacíamos vuelos
internos. Y en el avión de vuelta volví a pasarme horas tecleando, con aquel
ímpetu que me acompaña cuando necesito contar la trama que se forma con
facilidad en mi interior.
Terminé la
novela la semana pasada, menos de tres meses después de poner el título en la
hoja de Word… Me parece increíble ese arrojo que me empuja a aporrear las
teclas con frenesí, cautivada por una historia que se teje en mi interior.
Los últimos
veintidós meses han sido así, con una racha increíble de inspiración, ideas y
novelas de géneros distintos. Me apetecía tanto probar el romance… Pero ahora
estoy yerma de ideas, es como si quisieran alejarse de mí por un tiempo, y en
las horas libres siento que me falta algo.
No hay de qué
preocuparse, la inspiración un día regresa y me envuelve en sus fauces con una
intensidad sublime, entonces la sensación de querer averiguar a dónde me
conduce me lleva a mi Mac constantemente, con una sonrisa y la ilusión de mover
los hilos de los personajes acompañándome.
Ayer fui a ver
Serena con mi hija, creía que era una
película de amor que podría ayudarme a encontrar el tono para una nueva novela,
pero me encontré con un drama que no me gustó. La historia de amor es demasiado
precipitada, sin detalles ni instantes. Y el final… Puaf, ¡qué desilusión! He
de reconocer que las actuaciones de los actores son impresionantes y la
fotografía preciosa, pero la historia chirría por todas partes, falta muchísimo
trabajo para que sea creíble. No derramé ni una lágrima, y suelo hacerlo con
facilidad…
¡Feliz día! J
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