Recuerdos
¡Buenos días!
El sábado se presenta lleno de nuevas e interesantes actividades. La fiesta del
colegio de mi hijo me hace muchísima ilusión, es como volver atrás en el tiempo
para regresar a la coraza de aquella jovencita despistada que colaboraba a la
hora de preparar la famosa Fira.
Mis recuerdos
de juventud incluyen muchísimas facetas y momentos. Me gusta valorar únicamente
la parte positiva del pasado y dejar en el olvido la negativa, es mejor vivir
con una sonrisa que frustrarse por lo que no fue.
Me hace
muchísima ilusión recorrer la distancia hasta la escuela de mi hijo y descubrir
la esencia de lo que preparamos nosotros en el pasado, como si una máquina del
tiempo me transportara a esa antigua Pat y pudiera acompañarla en su proceso
madurativo.
Cambiaría
algunas cosas, no os lo voy a engañar diciendo que todas las decisiones del
pasado fueron acertadas, pero lo esencial lo dejaría igual, a pesar de las
carencias en algunos aspectos y de las ilusiones en muchos otros. Sé que
madurar es un proceso diferente en cada persona, yo lo hice tarde, a marchas
forzadas y sin olvidar mi faceta creativa, aunque la utilizaba de manera
errónea.
Del colegio no
conservo ninguna amistad, el tiempo ha borrado su huella en mi vida, igual que
el viento se lleva las pisadas a otra parte. Quizás casarme con veintitrés años
y tener un niño a los veinticinco me alejó demasiado de su círculo como para
establecer vínculos inquebrantables.
También
influyó mi manera de sentir y de pensar, de actuar frente los escollos, de
permitir que mi mundo imaginario tomara consistencia en el real en demasiadas
ocasiones. Entonces no sabía que me era posible escribir, pensaba que esa
capacidad estaba reservada únicamente a los elegidos y que yo no formaba parte
de ese elenco.
Con los años
aprendí a canalizar la imaginación a través de los escritos, disociando con
absoluta nitidez el puente que separa el mundo paralelo del real. Es precioso
sentirse acompañada por los personajes, sonreír al pensar en el lugar al que se
encaminan y darles una continuidad en el tiempo.
Valoro muy
positivamente mis amistades actuales, son sinceras y recíprocas, con un grado
de implicación perfecto y una balanza equilibrada. Es bonito saber que tus
amigas están ahí, que serán compañeras de viaje y que te escucharán cuando lo
necesites.
Hoy
voy a caminar entre los jardines del que fue parte de mi colegio del pasado, a
descubrir las fotos que conmemoran el cincuenta aniversario de su inauguración,
a respirar instantes de antaño y a sonreír con cada recuerdo. Seguro que será
emotivo y perfecto.
¡Feliz día! J
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