Recuerdos

9:09 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! El sábado se presenta lleno de nuevas e interesantes actividades. La fiesta del colegio de mi hijo me hace muchísima ilusión, es como volver atrás en el tiempo para regresar a la coraza de aquella jovencita despistada que colaboraba a la hora de preparar la famosa Fira.
Mis recuerdos de juventud incluyen muchísimas facetas y momentos. Me gusta valorar únicamente la parte positiva del pasado y dejar en el olvido la negativa, es mejor vivir con una sonrisa que frustrarse por lo que no fue.
Me hace muchísima ilusión recorrer la distancia hasta la escuela de mi hijo y descubrir la esencia de lo que preparamos nosotros en el pasado, como si una máquina del tiempo me transportara a esa antigua Pat y pudiera acompañarla en su proceso madurativo.
Cambiaría algunas cosas, no os lo voy a engañar diciendo que todas las decisiones del pasado fueron acertadas, pero lo esencial lo dejaría igual, a pesar de las carencias en algunos aspectos y de las ilusiones en muchos otros. Sé que madurar es un proceso diferente en cada persona, yo lo hice tarde, a marchas forzadas y sin olvidar mi faceta creativa, aunque la utilizaba de manera errónea.
Del colegio no conservo ninguna amistad, el tiempo ha borrado su huella en mi vida, igual que el viento se lleva las pisadas a otra parte. Quizás casarme con veintitrés años y tener un niño a los veinticinco me alejó demasiado de su círculo como para establecer vínculos inquebrantables.
También influyó mi manera de sentir y de pensar, de actuar frente los escollos, de permitir que mi mundo imaginario tomara consistencia en el real en demasiadas ocasiones. Entonces no sabía que me era posible escribir, pensaba que esa capacidad estaba reservada únicamente a los elegidos y que yo no formaba parte de ese elenco.
Con los años aprendí a canalizar la imaginación a través de los escritos, disociando con absoluta nitidez el puente que separa el mundo paralelo del real. Es precioso sentirse acompañada por los personajes, sonreír al pensar en el lugar al que se encaminan y darles una continuidad en el tiempo.
Valoro muy positivamente mis amistades actuales, son sinceras y recíprocas, con un grado de implicación perfecto y una balanza equilibrada. Es bonito saber que tus amigas están ahí, que serán compañeras de viaje y que te escucharán cuando lo necesites.
   Hoy voy a caminar entre los jardines del que fue parte de mi colegio del pasado, a descubrir las fotos que conmemoran el cincuenta aniversario de su inauguración, a respirar instantes de antaño y a sonreír con cada recuerdo. Seguro que será emotivo y perfecto.

¡Feliz día! J

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