Esperas...
¡Buenos días! Las hojas crepitan
en el exterior al son de una brisa suave que se intuye fría. El cielo muestra
su azul más intenso, como si quisiera recordarnos la fragilidad de las nubes
que se empeñan en encapotarlo. Hoy parece que lucirá un sol radiante, lleno de
vida y de color.
Hay momentos en los que la falta de
inspiración me aboca a realizar mil tareas entretenidas para llenar las horas
que normalmente dedico a escribir. Incluso ahora, sentada en la oscuridad rota
por la aurora, no encuentro la senda de las palabras para dejar una huella
digital de mis desvelos.
La web está llena de blogs donde se
habla de las andanzas de escritores noveles en busca de editoriales, de las
cartas de rechazo que reciben, de las emociones intensas que te recorren cuando
finalmente te enfrentas a un sí y de las esperanzas rotas si las negativas
agotan las posibilidades de encontrar a un editor dispuesto a apostar por tu
trabajo.
Esperar es la peor parte…
Mientras no ocupes la mente en otros menesteres o alcances una serenidad plena,
la incertidumbre puede destrozar los nervios. Recuerdo mis principios en este
mundo, cuando creía que publicar un libro era tan fácil como escribirlo y
mandarlo a las editoriales…
Después las esperas se me hacían
eternas, vivía con la sensación de que el teléfono sonaría en ese instante, de
que el email se llenaría de propuestas, de que la contestación positiva estaba
a la vuelta de la esquina… Uffff, era difícil convivir con ese saco de
ilusiones que se deshinchaban con cada negativa o mes sin noticias.
Los años han impuesto la sensatez
y una visión más objetiva de la realidad. Cada vez me cuesta más imaginar ese
sí, como si fuera algo lejano que no forma parte de la probabilidad de un
futuro inmediato. Lo mejor de esta situación es que he conseguido aparcar la
ansiedad y la necesidad de alcanzar un objetivo mayor que el actual, mis
esperanzas se han templado, adecuándose a la realidad y he aprendido la valiosa
lección de ambicionar lo que se puede tener, sin renunciar a tus sueños.
Redimensionar tus metas es una
tarea complicada, nadie dice que la vida sea fácil, pero al final te aporta una
paz que es contagiosa y consigue dirigirte hacia un lugar donde abundan las
sonrisas. Quizás algún día la Providencia me mande un nuevo sí, pero no me
angustia la vacuidad de él, tengo uno que pronto será tangible y con eso me
basta.
No tengo ideas para escribir, la
verdad es que cada vez que abro el portátil me enfrento a esa falta de
inspiración que lleva una semana asolándome. El problema principal reside en la
necesidad de definir el género a tocar, mi cabeza parece decidida a no tomar
partido. A ver cuánto tarda en definir el camino para teclear de nuevo.
¡Feliz día! J
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