Escribir para espantar los nervios

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Una tormenta poderosa asola nuestras calles… Esta madruga me he despertado acompañada de los truenos que retumbaban en el exterior, seguidos de una intensa tromba de agua. Por suerte ahora amaina un poco y probablemente no tendré problemas en coger la moto para ir a trabajar.
Finalmente ayer continué con lo poco que había escrito de la nueva novela, mi cabeza encontró una manera de encuadrarla en una historia que sí quiero contar. Tras una desastrosa clase de baile, donde me percaté de que a pesar de los esfuerzos por darles una oportunidad a los nuevos profesores no hay ninguno que me apasione, me fui a casa dispuesta a llenar mis horas libres de letras.
  Cuando mi cabeza no está inmersa en la trama de una novela siento que regresa la espera, la necesidad de alcanzar una meta, de dar un giro a mi vida y no a la de los personajes. Escribir es la mejor terapia contra la ansiedad y los anhelos truncados, es una evasión perfecta a la hiperactividad cerebral que me acompaña desde niña.
Le di muchas vueltas a las dos historias que empecé el fin de semana. Sí, abrí dos archivos con dos inicios de novelas diferentes, sin tener claro si algún día escribiría o no una de ellas. Pero ninguna de las dos historias me motivaba lo suficiente, necesitaba activar la inspiración con una idea a la altura de las circunstancias, era la única manera de abandonar la sensación de que mi tiempo se escapa entre actividades nulas, que apenas me aportan un conato de ilusión.
Es absurdo, lo sé, pero siempre que me enfrento a la ausencia de manuscritos con los que trabajar siento ese vacío, esa sensación de que las horas inútiles se acumulan en mi haber, de que debo buscar algo grande, algo intenso… Y entonces espero que me llegue un email que probablemente nunca se materializará en una realidad.
Mi única terapia, perfecta y sublime, es dedicar esos esfuerzos mentales a crear una trama, a darles vida a los personajes que amueblan mi cabeza, a llevarles a recorrer el mundo si hace falta… Por eso ayer me forcé a encontrar una inspiración que ha hecho las maletas y se ha marchado de vacaciones a un país cálido, donde las letras están en paradero desconocido y las historias se mezclan con un paisaje idílico.
Sin embargo sé que debo escribir, aunque luego deje esas novelas a medias, como hice con Fénix 666 o con En la Encrucijada o con La Última Escena. ¿Creíais que nunca dejaba las cosas a medias? A veces pasa, empiezo algo y de repente me doy cuenta de que no quiero seguir esa historia, de que no hay conexión con los personajes o con la trama. Suele ser cuando ya he escrito veinte folios…
Sonrío. Dedicar mis desvelos mentales a las tramas me aporta serenidad, ilusión y muchas emociones. Quizás nunca termine ninguna de las dos novelas que tengo empezadas, quién sabe qué pasará…

¡Feliz día! J

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