Bye, bye Langkawi
¡Buenos días! Mañana es fiesta… Tendré toda la
mañana para corregir una vez más RANP. Por la tarde Cinesa nos ha invitado al
estreno de una película: The Martian. A
ver si me gusta…
No sé qué ocurre últimamente dentro de mi cabeza,
le doy mil vueltas a las novelas, leyéndolas una y otra vez, cambiando trozos,
con la sensación de que falta algo para dejarlas perfectas.
Ahora estoy con dos a la vez, repasando RANP y
avanzando en la historia de UUDC, buscando insistentemente cómo mejorarlas. No
quiero dar pasos en falso ni enviar nada para valorar sin el convencimiento de
que estará a la altura.
Quizás aprendo a ser más crítica con mi trabajo a
medida que las esperas remiten. Ya no siento aquella acuciante necesidad de
alcanzar unas metas ni el aceleramiento propio de desear lo imposible, ahora
pesa más mi deseo de tener un material impecable, de buscar los fallos
indicados por las lectoras beta, de pulir aquellos flecos sueltos y necesarios
para que el texto fluya sin fisuras.
Vámonos a Langkawi…
Al salir del Wildlife Park llovía muchísimo.
Corrimos hacia el coche, lo pusimos en marcha y seguimos con nuestra ruta por
la isla, rumbo a la capital para ver la famosa águila gigante que se aposta
frente al mar.
Langkawi, conocido como la joya del Kedah, es una isla situada en el mar de
Andamán. Su nombre viene de las palabras malayas helang, abreviada lang y traducida
como águila, y kawi, traducida como color marrón rojizo. Según este estudio
etimológico Langkawi se traduce del malayo como Águila marrón rojiza.
Avanzamos entre la tormenta, conduciendo
acompañados de una tromba de agua de colosales dimensiones. El tráfico en la capital
era intenso, nos costó un rato llegar al puerto, aparcar y correr bajo la lluvia
hasta el cobijo de un techo, viendo el águila a lo lejos.
Tuvimos suerte, porque en cinco minutos la
tormenta se convirtió en una fina llovizna que nos permitió caminar hasta la
estatua, sacarle varias fotos y regresar al centro comercial del puerto para
buscar un sitio para comer. Nos decepcionó un poco una vez estuvimos allí y
acabamos comprando chocolate para después. En Malasia el precio de este
alimento es regalado.
Volvimos al coche corriendo bajo la lluvia, empapándonos,
para ir al MacDonald’s que habíamos visto al llegar, nos pareció la mejor
solución para comer. Y desde allí nos fuimos al The Danna, con la decepción de
no poder despedirnos de la piscina. En el hotel fueron muy atentos y nos
dejaron una habitación dos horas para ducharnos y cambiarnos de ropa. Después
nos quedamos en los sillones de uno de los salones navegando por Internet.
Aixxxxxx… Y se acabó, metimos como pudimos las
maletas en el mini coche, suspiramos y salimos rumbo al aeropuerto para tomar
un vuelo a Kuala Lumpur. Bye, bye Langkawi…
¡Feliz día! J
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