Canopy por la selva (Langkawi)
¡Buenos días! Esta semana se presenta rara, con un
festivo el jueves, un par de reuniones importantes y una esperanza intensa en varios
pasos que quiero dar. Ojalá la suerte esté de mi lado…
El fin de semana se ha teñido un poquito de gris,
con reminiscencias de un pasado lejano e indeseable. A veces un suceso puede
trastocar momentáneamente la serenidad alcanzada gracias a meses de intensa
voluntad. Por suerte solo fue un escollo pequeño y la fortaleza adquirida con
tesón me ha ayudado a despertarme hoy con una ancha sonrisa. Hay que tomar las
cosas como vienen.
He avanzado bastante en UUDC, repasando de nuevo
la historia, en busca de cualquier escena que no acabara de convencerme y,
paralelamente, me he vuelto a leer RANP con vistas a mandarla a alguna
editorial para su valoración.
En fin, solo el tiempo contiene la llave del
destino…
El viernes dejé mi viaje regresando de las
cataratas. Para comer decidimos ir al Food Court del Oriental Village, estaba
cerca del hotel, no era caro y había una buena variedad de platos. Fue una
elección acertada, porque recargamos las energías y a las 13:30 estábamos en el
hall, a la espera de nuestro guía.
Nos recogió en un jeep destartalado y un poco sucio, condujo por las carreteras de la
isla hasta un enclave cerca del pico más alto, aparcó en un parking y allí,
junto a su compañero, nos preparó con el equipo necesario para realizar la
actividad: arnés, correas…, y nos llevó por un camino asfaltado al inicio de
una larguísima escalinata.
Allí nos explicó que debíamos subir setecientos diecinueve
escalones para iniciar nuestra aventura por la selva. ¡Un poco más y me da un
pasmo! Suspiré e inicié la ascensión, con un calor húmedo y la sensación de que
no llegaría nunca. Cada cien peldaños nos encontrábamos con uno numerado, que
anunciaba cuántos habíamos subido.
Luego caminamos un poco por un sendero estrecho
dentro de la selva y finalmente llegamos al inicio del parque de aventura. Tres
puentes colgados, subir por una red, tres rappels, dos tirolinas… Uffff, ente
el calor sofocante y el ejercicio tenía la sensación de que no lo conseguiría.
Acabamos en la copa de un árbol, a treinta metros
del suelo. Mis hijos estaban entusiasmados con la actividad, mi marido y yo impresionados
por la belleza de la selva y los guías eran súper eficientes y agradables.
Para bajar del último árbol nos descolgamos por
una cuerda hasta el suelo. ¡Uffff! ¡Fue un subidón de adrenalina! Y luego tocó
otra caminata por la selva, bajar unos cuantos escalones, deshacernos del
equipo y vuelta al hotel con el jeep. ¡Toda una aventura con Langkawi CanopyAdventures!
¡Feliz día! J
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