Teluk Keke - Últimas horas en Perhentian
¡Buenos días! El fin de semana ha sido genial, con
mil instantes perfectos, una cena inolvidable con amigos y una dedicación
intensa a la escritura de UUDC. Estoy feliz por la marcha de esta novela, con
ella experimento una nueva manera de avanzar en la narración, volviendo
constantemente atrás, tomándome mi tiempo para pensar en los diálogos antes de
plasmarlos en el papel, profundizando internamente en cada escena. Espero un
resultado a la altura de mis expectativas, es la primera vez que escribo una
historia únicamente romántica, sin muertes, misterios, trama histórica…
A veces me imagino en la cumbre de mis
aspiraciones, rodeada de gente querida, como en mi presentación de El Secreto de las Cuartetas. Entonces
sonrío, con una emoción propia del momento y la ilusión como compañera. Cuando
regreso al presente me digo: «no pasará, pero es tan bonito imaginarlo», y me
paso unas horas con la sonrisa bobalicona en la cara, sin perder las sensaciones
que me invadían en el mundo paralelo, donde todo es posible.
Llegar aquí fue un camino largo, con baches y
muchas montañas rusas. Ahora soy tan feliz que capeo cualquier escollo con una
sonrisa, sin esperar un mañana mejor, disfrutando del presente.
Todo lo bueno tiene un final… El último día en
Perhentian nuestro barquero nos llevó a ver tortugas por última vez, a Shark
Point, donde finalmente encontramos los tiburones y los perseguimos durante un
rato y a nadar en las cristalinas aguas de las playas cercanas.
Teluk Keke me entusiasmó. Era
una extensión de arena clara con un mar increíblemente azul. Fue precioso
caminar hasta el final para descubrir otra playa preciosa tras unas rocas, con
poca gente y la paz serena de esos lugares tropicales donde la vida trascurre
plácida, sin que las horas amenacen con acelerar tu ritmo cardíaco.
Cuando cierro los ojos vuelvo a aquel lugar, me
sumerjo lentamente en el agua, sonrío y me emociono al estar rodeada de tanta
belleza. Es extraño que estas paradisíacas islas no salgan en ninguna guía de
lugares desconocidos, aunque si lo pienso bien, es un lujo, porque así sus
playas siguen desiertas de turistas ávidos de sol y los pocos viajeros que
arribamos a sus costas gozamos de la privacidad que otorga la soledad.
De allí nos fuimos a Turtle Beach, un lugar donde
las tortugas desovan en un recinto vallado y especialmente preparado para
ellas. Esa playa no tiene más aliciente…
Y luego nos fuimos a Lata Air Berani, donde hay un
manantial de agua dulce donde los pescadores se refrescan tras estar más de una
semana en el mar sin duchas. Nuestro barquero nos llevó para que descubriéramos
un paisaje sin turistas, lleno de lugareños. Cogió un bote de plástico de la
barca y nos tiró el agua helada por la cabeza, arrancándonos exclamaciones.
Mañana llegaremos al final de Perhentian… No sé si
me apetece escribirlo, es genial recordarlo… Aunque siempre perdurará en mi
memoria…
¡Feliz día! J
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