Torres Petronas (Kuala Lumpur)
¡Buenos días! Hoy es un viernes raro, ayer fue
fiesta en Barcelona y no acabo de centrarme. Pero en una hora seguro que estaré
inmersa en el trabajo, olvidándome de todo lo demás.
Ayer fue un día redondo. Terminé por fin la novena
vuelta a RANP y me atreví a un experimento… Como mis beta ya la han leído y necesito
la visión del target al que va dirigido la novela, busqué en el gimnasio a un
par de chicas jóvenes, les pregunté la edad y les pedí el favor de leerla y darme
su opinión sincera. Una vez finalicé la última lectura se la mandé. A ver cómo
funciona esta idea loca.
Por la tarde nos habían invitado a mi marido y a
mí al pre-estreno de The Marcian, con
la premier en directo desde Londres. Me encantó la película, descubrir cómo los
actores aparecía en la alfombra roja, las entrevistas… Vimos el film en VOSE y
fue una pasada.
Unas actuaciones estelares, sobre todo la de Matt
Damon, una dirección de Ridley Scott impresionante, una historia bien tratada,
con toques de humor y muchísima energía positiva. Es altamente recomendable. No
os voy a dar pistas, es mejor verla en el cine.
El miércoles nos quedamos en el aeropuerto de Langkawi,
dispuestos a volar a Kuala Lumpur. La mala suerte quiso que tuviéramos un
retraso de una hora. Volábamos tarde y teníamos una hora hasta el centro de
Kuala Lumpur. Pero no nos quedaba más remedio que esperar.
Una vez conseguimos aterrizar en el KLIA2 nos
desesperamos, en el mostrador de los taxis nos pidieron una cantidad razonable,
bajamos a buscar el vehículo y nos dijeron que no nos llevaban. Volvimos a la
garita, que estaba lejísimo, y acabamos pagando cincuenta y seis euros por un
taxi. ¡Un abuso! Fue una muy mala experiencia.
Pasadas las doce llegamos por fin al hotel, sin
haber cenado y sin tiempo para hacerlo. Nos instalamos en el Hotel Maya, situado
frente a las Torres Petronas, y nos dormimos.
A la mañana siguiente nos despertamos pronto,
desayunamos juntos en un buffet impresionante, hicimos el check out y nos fuimos en el shuttle
del hotel a las torres. Impresionan, para mí es lo único que vale la pena de la
capital malaya, pero igualmente no vale la pena perder un día para verlas.
Habíamos pagado la visita por Internet, las
entradas se pueden comprar con antelación. Fue un acierto, porque no hicimos
cola. Una vez arriba contemplamos las vistas, caminamos por el puente que une a
las dos torres y nos hicimos unas fotos chulísimas.
¡Feliz día! J
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